domingo, 13 de noviembre de 2016

De películas y arradios

Escucho las emisiones de Sangre Fucsia en la radioteca de Ágora Sol Radio (nacida en los días pasados de las concentraciones de Sol), que a veces transmiten desde Kasa Pública de Mujeres Eskalera Karakola (ya activa desde 1996). Me gusta no perder comba. En la capital siempre hay más vida, más frescura, sobre todo entre la gente joven, la que aún no tiene compromisos sociales (familia, hipotecas, etc.).
Precisamente ahora que tengo estos días delante el volumen de 1001 películas que hay que ver antes de morir (que ya cuenta con su docenica de años). Lo encontré en el cuarto de debajo de la escalera en la casa del pueblo estos pasados días de cementerio. ¡Cuántas historias se han acumulado para poder ver en una vida breve! Seguramente es uno de esos manuales de degustación cinematográfica en los que la variedad se impone al valor. Curiosamente, no soy persona de cine ‒¿veo un par de películas al año?‒, pero los concisos ensayos que acompañan a la información sobre las películas estimulan la atención llevándola a detalles del argumento, el contexto histórico o cultural más continuas anécdotas sobre cada obra.

No deja de ser una pequeña obra de arte ‒como puede serlo «Agitate in tante pene», de La vergine del sole, de Cimarosa‒ comentar de forma estimulante Viaje a la luna (1902), con la que comienza la relación; o La carreta fantasma (1921), basada ya en una obra literaria de Selma Lagerlöf; o sencillamente en Vivir (Ikura, 1952), en la que la trama del protagonista se confunde con la vida de su intérprete, Takashi Shimura, para decir que el dolor y la felicidad se unen en el parque la vida; o, en fin, Empieza el espectáculo (All that Jazz, 1979), brillante o pretenciosa, según el gusto de cada cual, se mueve entre bastidores y retrata la «excitación obsesiva  y devoradora de quienes se entregan apasionadamente a su trabajo».

8 comentarios:

  1. A mí me encanta leer libros sobre cine. Tengo bastantes.
    Besos.

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  2. Es cierto. En las ciudades grandes se mueven de manera continua las más variados propuestas. Entre ellas, las del cine.

    Saludos.

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    1. Coincidimos en ello. Será porque los lugares pequeños continúan siendo constreñidores.

      Saludos.

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  3. Voy poco al cine Ignacio, en mi ciudad los decibelios en el cine para mi son muy altos y me molestan, y si aparte tengo a alguien comiendo palomitas y bebiendo refresco, se me quitan las ganas de volver. Veo las películas cuando las ponen en TV.

    Un abrazo.

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    1. Pues en ello coincidimos, Conchi. A mí hasta se me pasan cuando quiero ir a verlas, como me ha ocurrido con "Historia de una pasión" sobre Emily Dickinson.

      Abrazos.

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  4. Yo era de mucho cine, pero con el paso del tiempo la lectura me ha ido absorbiendo y lo he ido abandonando (pero vamos, veo más de dos pelis al año ehh). Sin embargo he leído poco-nada sobre cine.

    Abrazos!!

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  5. A mí me ocurría lo mismo. Iba todas las semanas. Pero... si tengo alguna tarde libre o voy a quedar con alguien no se me ocurre que existe el cine.

    Abrazos.

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