miércoles, 19 de abril de 2017

Alegría de decir no

No han llegado todavía las golondrinas a la ciudad, cuando ya están revoloteando sobre los sembrados (sedientos). Leo al lado del trigo verde la Antología poética [1974-2014] de Manuel Ruiz de Amezcua (1952) realizada hace un par de años con el título Del lado de la vida. Andando en el sentido de los surcos atravieso las distintas respiraciones poéticas de esta cuarentona vida de versos: el yo en su guarida, el yo enamorado (que sale de sí mismo), el yo ciudadano (sabedor de las existencias ajenas, de los colapsos sociales, de los mileurismos, de los naufragios).
Me agrada la poesía que contempla, de visión periférica. Ruiz de Amezcua, además, no ha recibido ningún premio literario en la docena de libros publicados, lo que habla por sí mismo (además del ensayo corregido y aumentado El lenguaje tachado). Los años de crisis le hacen ser claro ya desde los títulos ‒La resistencia (2011) y Palabras clandestinas (2015)‒ en algo que estaba en sus palabras anteriores («En el desorden del mundo, / vengo a buscar lo que encuentro»). De este último libro es el poema «Lectura de la noche», dentro y fuera:
Para muchos de nuestros eruditos,
desde el principio de esto,
la vida de los hombres
estuvo siempre cerca de la mierda.
Me refiero a la mierda de la bestia.
A su absoluta presencia.
La mierda ha sido siempre
la verdadera entraña de la tierra,
la verdadera rueda de la Historia,
la verdadera cama que nos sueña.
Y la sangre. Mucha sangre también.
Mucha mierda y mucha sangre
ofreciéndonos sus cestas.
Por los siglos de los siglos
la Historia ha sido siempre
doblemente indigesta:
por la sangre y por la mierda.
Aunque la cosa no ha cambiado mucho,
a mí lo que me gusta de verdad
es el asunto de la duda.
Y la alegría de decir no.
Y no creer en nada.
En nada, en nada, en nada.
Absolutamente en nada.
Solo en ti, cuando me abrazas.

[Salud. En espera de que la vida transcurra por sus dudas. La ilustración es "Serigrafía" de Juan Genovés (está en la antología)].

8 comentarios:

  1. Hola Ignacio, no conozco al autor, pero cuando dice...
    Y la alegría de decir no.
    Y no creer en nada.
    En nada, en nada, en nada.
    Absolutamente en nada.

    Para mí, es un poco triste no creer en nada y no me refiero a las creencias religiosas, a nuestro alrededor tenemos cosas en la que hacerlo "es mi humilde opinión".

    Besos.

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    1. Visto así, Conchi, creo que tienes razón. Pero, tal vez, lo que dice Amezcua se refiere a lo público, a las motos que nos venden.

      Besos.

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  2. Me da pena también la angustia existencial que trasluce, la vida transcurre con mucha mierda pero es maravillosa.

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    1. Seguramente opina como tú, Amelia. El último verso denota esa maravilla.

      Un abrazo.

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  3. Cierto que puede parecer muy pesimista, pero, si desechamos es sesgo de optimismo (que no de esperanza), que tiene mucho de ideal, su análisis parece muy acertado.

    Saludos.

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    1. Seguramente captas el fondo del análisis que hace de lo(s) que nos rodea(n).

      Saludos.

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  4. Me encanta decir NO, un NO sonoro, rebelde y contestatario. Un NO que anuncia libertad ante tanta falsa positividad neoliberal... así que este poeta me va a gustar seguro. Lo busco.

    Un abrazo.

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    1. Espero que sí, Laura. Ya ves, la Alegría de decir NO.

      Besos.

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