martes, 25 de abril de 2017

Lecturas compulsivas en el círculo de tiza (Azúa)

Últimamente topo con Círculo de Tiza. Por capricho compré Japón, paisaje del alma (2016), ilustrado profusamente con imágenes de Oriente, además de que contiene textos de Kipling sobre esta cultura y la emblemática Bushido de Inazo Nitobe. Blanco y negro sobre blanco y negro. Pesa más que una Tablet, pero desliza entre los dedos aguas cristalinas en cascadas sonoras.
Ahora ‒también en el círculo blanco‒, desde la mesa de Novedades de la biblioteca del barrio, me hago por unos días con Nuevas lecturas compulsivas (2017) de Félix de Azúa (Barcelona, 1944). No ha tenido suficiente con las publicadas en 1988. Mientras tanto, han sucedido cosas… que le han hecho abandonar su tierra. Por la palabra escrita transcurre su segunda vida, así que no es de extrañar que la describa a través de esta pasión por los libros que lo absorbe, entremezclándola con sus vivencias, «en un viaje cargado de ironía y deslumbramiento».
Comienza a hablar de la poesía de Hölderlin ‒¿cuántas veces lo hemos oído?‒ en palabras novedosas, haciendo que reflexionemos sobre que es aquello de «hablar de poesía»; lo viviente y la vida son una misma cosa; el árbol en flor es la danza de la vida; cada cual somos música viviente. Continúa con más poetas, novelistas, ensayistas, lecturas del siglo XXI, etc. Me subyuga en especial el capítulo dedicado a Vértigo (2005) de Eugenia Ginzburg (1904-1977), «jeroglífico de nuestro paso por la prisión del tiempo, en cuyos límites debemos negociar con la muerte», en el que la autora narra su agonía en el gulag de Kolyma, donde tiene que negociar con la vida.
Se empeña en señalar que «hay delirios que solo pueden tener lugar en una biblioteca», pero sabe que ahí (aquí) está Internet, con la proteica vacuidad que ha existido siempre, dispuesto a terminar con el reposo necesario para la lectura. Para compensar, nos hace presente a Orwell y su liberty, facultad de que disponemos para decirle a la gente lo que no quiere oír (que podemos utilizar o dejar pudrir).

[Salud. A la espera de que la vida transcurra por sus lecturas].

4 comentarios:

  1. Leí en su momento las lecturas compulsivas. Sí que es una escritura que abre la mente a interpretaciones singulares. Procuraré hacerme con las nuevas.

    Gracias y saludos.

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    1. De nada, Anónimo, creo que te satisfarán igualmente.

      Saludos.

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  2. Es curioso porque Japón y la cultura oriental me produce curiosidad pero no consigo que me acaben de convencer los autores orientales. Me he apuntado ese Japón, paisaje del alma (2016), por esas imágenes que comentas y los textos de Kipling a ver si consigo que me guste. Lo que sí me ha encantado es tu descripción "pero desliza entre los dedos aguas cristalinas en cascadas sonoras", me ha parecido tan visual.
    Un saludo

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    1. Es cierto, Conxita, que las maneras de escribir nos llegan más o menos. Esto de la lectura no deja de ser complejo.

      No obstante, espero que la edición te guste.

      Saludos.

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