Tantas novedades y tan
antiguas nos hacen permanecer en un estado de tensa propensión a lo que puede
venir que dura hasta que lo descubrimos habitando un lugar que habíamos
desalojado. ¡Qué gusto saber que la inquietud es un trozo de piel cuyo tacto
nos calma!
En Segovia se ubica la
editorial La uÑa RoTa (con sus colecciones de Libros Inútiles, Libros del
Apuntador y Libros Robados), en la que se halla la obra de teatro Reikiavik (2015) de Juan Mayorga,
centrada en el enfrentamiento que se da en el campeonato mundial de ajedrez más
famoso, el de 1972 en la ciudad (humeante) islandesa, entre Bobby Fischer y Boris
Spasky. Decimos ‘centrada’, pues en realidad son dos personajes –Waterloo y
Bailén– que juegan a jugar como ellos, más un Muchacho que entra en acción y
que experimenta cómo puede cambiar su vida. Conocido de sobra es este evento en
el que interviene un genial Fischer, pero también indómito (o más bien
inaguantable, exclusivista o ambicioso), y un discreto Spasky, a la vez
elegante y sensible. La trama se basa en la intención que nos acompaña de vivir
la vida de los otros y de hacerlo en un duelo (con sus dos significados).
La escisión, el doble… es
algo presente en la literatura desde que el Ka egipcio duplica el alma de la
gente para que pueda tener garantía de su existencia en el otro mundo. Y por el
Er platónico sabemos que el doble nace de una escisión de nosotras y camina al
lado, lo que completa la identidad escindida –Doppelgänger–. En la sociedad del
momento esta separación la propicia la Guerra Fría, actora principal de la obra,
con personajes de sombra en la CIA y el KGB. Espejos. Y qué mejor
re-presentación de esta dualidad que un tablero de ajedrez. (Pero, en fin, no
embrollemos la acción y leamos [procedamos] los diálogos de Mayorga, para
terminar en el ensayo de Fernando Broncano que le acompaña).
[Salud. A la espera de que
la vida transcurra por sus tableros].
Me parece muy interesante la propuesta Ignacio. Curioso ese vivir la vida de otros que tantos practican con desiguales resultados, acaso ¿no será siempre mejor mejor vivir la propia que la de otros?
ResponderEliminarUn saludo
Claro, Conxita. Lo que ocurre que lo que propone el libro es que no podemos vivir nuestra vida sin vivir la de nuestros dobles.
EliminarEn fin, saludos.
Pues sí, las partidas de Reikiavik han sido unas de las más conocidas. Nos remiten a seres de otros "planetas" y nos resignamos a quedar lejos de sus genialidades.
ResponderEliminarSaludos.
¡Buf, ya lo creo! Son personas con una obsesión, lo que les hace vivir con demasiadas carencias, por lo general.
EliminarSaludos.
A mi me parece genial poder vivir la vida de otro en paralelo a la mía Ignacio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues, seguramente, Conchi, lo estés haciendo (al menos, eso sostienen ya los egipcios).
ResponderEliminarAbrazos.
Desde luego ese enfrentamiento fue memorable, parece un buen tema para ser novelado. Además el trasfondo de la Guerra Fría siempre resulta interesante. Vidas paralelas, doble vida, partida a dos... el tema da mucho de sí. La buscaré.
ResponderEliminarSalud y un fuerte abrazo.