«Es probable que en la punta
de la lengua hay contenida una gramática natural. Aunque parezca mentira, si
dices lo que tienes en la cabeza con el lenguaje que te viene de tus padres, de
la calle y de tus amigos, lo más seguro es que digas algo bonito». «Por suerte
para el arte, la vida es dura, difícil de entender, inútil y misteriosa». Estas
son algunas de las frases del libro La
importancia de no entenderlo todo, de Grace Paley (cuyo título en inglés no
parece que guarde demasiado parecido: Just
as I thought), en cuyas páginas autobiográficas redobla la ácida mirada que
muestra en la narrativa.
Esta mujer nacida en Nueva
York como Grace Goodside, en 1922, y fallecida en Vermont en 2007, es hija de
inmigrantes judíos rusos. Se hace conocida en los sesenta por sus actos de
desobediencia civil, en especial de cariz pacifista frente a la guerra de
Vietnam, actitud que mantiene a lo largo de su vida contra los conflictos armados
que no dejan de sucederse (el último el de Irak). Aunque ya mucho antes se
niega a cumplir leyes antinaturales, como la discriminación hacia las personas
negras en lugares públicos o la defensa de Washington Square. Se defiende algo
porque se considera justo.
Hasta sus últimos días vive
así. Es curiosa la actitud que solemos tener ante personas de este calibre en
su edad madura. Las miramos con cierta conmiseración cuando las vemos en
marchas o movimientos reivindicativos en los que la mayoría de asistentes son
gente joven. Y, por otro lado, nos acercamos a escucharlas cuando dan charlas o
leen poemas, una vez que parecen inofensivas para la paz social y son acogidas
por los medios de información.
Antes de saber de su vida,
leí sus recopilaciones de cuentos: Batallas
de amor, Enormes cambios en el último
minuto y Más tarde el mismo día.
Ya me resultaron singulares. («Es responsabilidad de la sociedad dejar al poeta
ser poeta»).
[Salud. A la espera de que
la vida transcurra por sus acciones].
Genial. Lo he leído y me parece de lo más auténtico (contra "singueguenzas e ignorantes").
ResponderEliminarSaludos.
Ya, anónimo, que tanto abundan.
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