Mayo es un mes muy esperado, según podemos ver en el
refranero. La Bibliotecaria siempre me recuerda aquello de marzo ventoso y
abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso; o lo de aparte de otras cosas,
en abril las lilas y en mayo las rosas. A lo que yo le digo que depende…, que
el buen madero para mayo lo quiero. Fíjate –dice– que hasta es la época en que
sucedió por estos pagos, desde vete a saber dónde, la aparición de un delicado ser
desde los mundos celestiales.
Pero vayamos a lo que aquí nos trae: Las inmensas hogueras
que alumbraron los cielos de Alemania la noche del 10 de mayo de 1933,
alimentadas con libros por el nazismo. Obras que previamente habían
seleccionado durante la primavera y expurgado en bibliotecas y centros
culturales y de enseñanza, con el remoquete común de que esos (alrededor de 25.000)
títulos no deberían estar al alcance de las mentes arias. Una vez anochecido,
realizaron desfiles bajo la luz de las antorchas que portaban desde librerías y
bibliotecas, mientras entonaban canciones, hasta llegar a las piras.
Parece que fue la revista Times (22 de mayo de 1933) la que propuso el término Bibliocausto
para definir los hechos, tan premonitorio de los hornos posteriores. En Berlín,
cerca de la Universidad Humbold, podemos adentrarnos en la Biblioteca
Sumergida, bajo los adoquines, obra de Micha Ullman, en la que permanecen
vacíos los anaqueles que podrían contener los veinte mil libros que esa noche
se quemaron en la hoguera de la ciudad.
¿Por qué algunos de los pueblos cultos y
personas letradas son quienes realizan estos actos? Es lo que se pregunta el
venezolano Fernando Báez en Historia
universal de la destrucción de libros (Destino, 2004).
Los libros nos hacen libres ¡y tolerantes! Y aquella hoguera no sería sino el preludio de la incomprensión y el Holocausto.
ResponderEliminarGracias, Ignacio. Impactante y conmovedor. Bss
Una suerte, entonces, Mere, encontrarse con la gente de los libros.
EliminarBesos, también, para ti.
Es como si a la cultura se le hubiera activado un mecanismo de intolerancia hacia sí misma y, desprovista de todo límite, acabara devorándose.
ResponderEliminarYa lo creo, ebge, es un modo de actuar que se extiende a los grupos culturales y a los basados en presupuestos de libertad. ¿Será para poder iniciar cada día lo que llevamos entre manos?
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