Regresa de aquel tiempo. Ha llegado esta mediodía, algo
aterida, porque había marchado ligera de ropa, pensando que el sol calentaría
lo suficiente los cuerpos. La he encontrado despistada, somnolienta, confundiendo el
sitio de las luces en la casa. La he tomado de la mano y la he llevado al
jardín, donde se ha sentado en la mecedora debajo del manzano. He cortado tres
pequeñas rosas. Las he colocado junto al vaso de agua en la cercana mesa de
patas onduladas en la que ha posado la mano izquierda, el dedo meñique sobre un pétalo sobresaliente. Me he sentado al piano
con la ventana abierta en el cuarto de estar. Y ha recitado:
Yo he visto mi alma en sueños...
En el etéreo espacio
donde los mundos giran,
un astro loco, un raudo
cometa con los rojos
cabellos incendiados...
Yo he visto mi alma
en sueños
cual río plateado,
de rizas ondas lentas
que fluyen dormitando...
Yo he visto mi alma en sueños,
como un estrecho y largo
corredor de fondo tenebroso,
de fondo iluminado…
Acaso mi alma tenga
risueña luz de campo,
y sus aromas lleguen
de allá, del fondo claro...
Yo he visto mi alma
en sueños...
Era un desierto llano
y un árbol seco y roto
hacia el camino blanco
[El poema es de Galerías,
de Machado. El cuadro, Book tunnel,
de Petr Kratochvil].
Qué bonita la foto, Ignacio, también el poema de Machado. Y tu introducción, delicada y melodiosa. Bss
ResponderEliminarMere, ¡qué receptiva eres! Me alegro de que te guste.
EliminarBesos.
Mejor al amparo de ese manzano oloroso que del árbol seco. Porque puede que ya no apetezca recitar ni caminar.
ResponderEliminarYa, ebge: un árbol seco y roto hacia el camino blanco del manzano florido.
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