lunes, 9 de marzo de 2015

El Santero de San Saturio (Gaya Nuño sobre el río)

Ayer mañana paseábamos por la orilla del río. Una pareja de garzas ‒las primeras que hemos visto en este año‒ jugaban contra la corriente. Según andábamos, Daniela leía Medea, de Eurípides, en el pasaje de los monólogos dialogados que esta y Jasón mantienen sobre el modo de vivir conforme a tus intereses o a tus principios, mientras el agua sonaba rumorosa en los suaves desniveles del cauce. De pronto, la figura de una lámina rodante transparente sobre la piedra lisa y alargada en la que había posado una de las garzas me recordó uno de los dibujos que sobre su estancia en el ejército republicano realizó Juan Antonio Gaya Nuño hacia 1937 en la zona de Guadalajara.
Seguramente fue por afinidad, pues Gaya Nuño también es de un pueblo de Soria, en su caso de Tardelcuende, donde nace en 1913. Al inicio de la guerra, en 1936, ya ha presentado su tesis doctoral sobre el románico en Soria, en la universidad madrileña. Allí se entera de que los sublevados han asesinado a su padre, que era médico. Terminada la contienda, pasa por diversos penales, entre ellos el deValdenoceda, al norte de Burgos, lugar donde mueren 150 presos de hambre y frío. Allí, junto a otros treinta, realiza un gesto de valentía al negarse a comulgar obligatoriamente ante los jesuitas que venían a catequizarlos desde Oña. Sería enviado a Las Palmas.
Miembro de la Hispanic Society de Nueva York y del Instituto de Coimbra, Gaya fue paradigma de eruditos, críticos e historiadores apasionados por el arte español. Monografista de Murillo, Goya, Velázquez, Zurbarán, Morales, Fernando Gallego, Cossío, Picasso, etc., y creador de una prolífica obra multidisciplinar con 70 libros, y más de 700 publicaciones breves, folletos, separatas, artículos, prólogos, ensayos y decenas de ediciones, entre ellas la más cualificada Historia del Arte español publicada en nuestro país.

Ayer, en esa mañana, con las garzas y la corriente, recordé la impresión que me quedó al leer por primera vez El santero de San Saturio, pues le tiraba mucho escribir obras de ficción. (En realidad iba a hablar en esta entrada de ello, pero me he liado con asuntos paralelos, así que lo dejamos para otra). Juan Antonio Gaya Nuño falleció en 1976. En palabras de su esposa, Concha de Marco, «Nuño significa la imposibilidad absoluta de doblegarse ante nada ni ante nadie».

6 comentarios:

  1. Sobre el Duero todo es posible.

    Saludos.

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    1. Es cierto, Anónimo, es un río con innúmeros dibujos.

      Saludos

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  2. Respuestas
    1. Gracias, Karin. Si no conoces la ermita de San Saturio, sobre el Duero, en Soria, merece la pena darse un paseo hasta allí.

      Saludos.

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  3. Hermosas palabras sobre su marido. Gaya, una fuerza de la naturaleza contra la que los hombres desataron sus furias, pero no doblegaron

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    1. Efectivamente, aunque tuvo sus momentos de gran abatimiento.

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