Resulta bastante difícil hoy en
día pararse a contemplar Las Meninas.
Nos referimos a poder mirarlas con detenimiento, esperando que el cuadro ‒el
espejo, la llave‒ nos vaya mostrando lo que contiene, su verdad, algo que
requiere lentitud, complejidad y memoria, y que, en compensación, reporta
libertad y capacidad de elección. Pero, como escribe Argullol, ver arte se está
pareciendo a leer libros. La sala del Prado dedicada a Velázquez es un avispero
del que entra y sale continuamente gente deseosa de sonreír con el cuadro
detrás para que les recuerden en ese momento tan “especial”. Nadie que desee
permanecer en silencio, en soledad frente al pintor, el perro, las infantas y
demás elementos verá satisfecho su deseo.
Por ello, se agradecen
iniciativas como las de los ilustradores Santiago García y Javier Olivares, que elaboran la
novela gráfica Las meninas (Astiberri,
2014) y la comienzan con aquella frase de Gracián en Oráculo manual y arte de prudencia: «Todo necio es persuadido y
todo persuadido es necio». Un cómic en el que se intenta explicar el nacimiento
de esta obra perenne en la que se hace un recorrido por la vida del pintor
sevillano, aposentador del palacio real en Madrid, cuyo genio le mantuvo en una
insulsa corte, al pensar que el arte ennoblece y proporciona dignidad a las
personas y no al revés.
¿Es nombre de mujer el apellido
Velázquez? No nos lo parecía, pero Helen Velázquez Chase así se llamó, después
de que lo decidiera su padre, el pintor William Merritt Chase (1849-1916), gran
admirador del español, a cuya hija pintó en varias ocasiones de menina. Y no
han podido librarse de su influjo
Dalí, Alonso Cano, los Madrazo y hasta el mismísimo Picasso. Por no hablar de
pensadores como Foucault o escritores como nuestro apreciado Buero Vallejo (que,
precisamente, escribe una obra de teatro Las
meninas).
Trazos sugestivos, variados y
sugerentes los de esta obra.
Se entiende lo que dices. En ese cuadro hay tantas cosas invisibles como visibles.
ResponderEliminarSaludos.
Sin duda. En la novela gráfica refieren otros cuadros en los que Velázquez se inspiró, entre ellos "El lavatorio", de Tintoretto, que me parece apasionante.
EliminarSaludos.
¡No deberían permitir en un museo hacer fotografías que pueden dañar las obras de arte! Miraré de comprarme la novela, creo que será muy interesante.
ResponderEliminarUn abrazo
La verdad que merece la pena, Conchi. Al ser novela gráfica, se le saca mucho jugo.
EliminarUn abrazo.
Si es que para ver cuadros hoy día se imponen los libros de Arte y más para interpretarlos, porque me veo incapaz de disfrutar con una marabunta turisteando, aunque me saquen gratis en la foto y de rondón...por cierto un saludo que hace tiempo que no nos vemos.
ResponderEliminarUn saludo, Esther, por supuesto.
EliminarPor mi parte, cada vez disfruto más de lo que me encuentro, en lugar de lo que me anuncian.
Un abrazo.
Hombre, buena idea. Un cómic para dar contexto a un cuadro. Habrá que dejarse persuadir (o seducir) por sus autores.
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