Le digo a la Camarera que ahora les toca a sus fotografías subir a la bitácora. Y ello porque voy por la C. Se ríe de mi modo de realizar lecturas, pero es que me entra tal agobio ante la inmensidad de los títulos que hay en las librerías y bibliotecas, que de vez en cuando me decido por una letra (cierto que esto ya sucedía en los inicios del siglo diecinueve, cuando solo en Alemania se publicaban más de tres mil títulos de obras anuales, a los que había que añadir periódicos, revistas, boletines, etc.). Así que, en estos días, toca Camarera.
Es la temporada que estoy con Mircea Cartarescu (1956), con los inquietantes relatos de Las bellas extranjeras, que abren la sorprendente escritura de este autor rumano, ya inolvidable con El levante. Acabo de acompañar los pasados días a Jetta Carleton (1913-1999), que tuvo el acierto de dejar publicada una sola novela -¿para qué más?-, Cuatro hermanas, en 1962, y eso que se dedicó a actividades editoriales en la zona mexicana. Si me queda tiempo durante la semana, visitaré Una habitación impropia, de Natalia Carrero.
Juan Eduardo Cirlot (1916-1973) aclara mi mirada en este tiempo de toros y de velas -parece que nada hubiera cambiado en el último medio siglo- con su Libro de oraciones:
A Jesús crucificado
Estigma solitario. Joyería
crucificada al fin como crustáceo,
qué túnica de bocas y de peces
podrá servir de alfombra a tu sonido.
Oh, huevo de cristal de voces rosas,
oh, fuente de estallidos como números.
Dios para los que lloran en el fondo
del crisantemo rojo de su infierno.
Dios para los que cantan en el pájaro.
Dios para los que tienen siete labios.
Voy, contrito, de compasión a consuelo
La c de Cigüeñas, las del campanario que he avistado muchas veces desde una ventana, tiempo de invierno y soledad del nido vacío, llegada y tiempo de picos abiertos y vuelos inexpertos. Una ventana con muchas vistas que me trae muchos recuerdos. Yo pruebo a leer con nombres enteros, todos los libros del mismo autor hasta que ya no me cabe... Un abrazo
ResponderEliminarSí, una ventana para mirar cigüeñas, Esther.
EliminarTambién es una forma de leer, hasta poder hartarse y comprender lo que en una sola lectura nos es vedado.
Un abrazo.
Nunca se me ha pasado por mente una manera tan ingeniosa de elegir un libro ya que siempre lo hago por autores-as y leyendo la sinopsis.
ResponderEliminarFeliz fin de semana Lavelablanca.
Un abrazo.
Gracias, Conchi. Igualmente. Aunque ya estamos de vuelta (a las andadas).
EliminarUn abrazo.
Por la C. Es un buen método, el alfabético. Tan bueno como el que más. C tiene forma de flotador. Un salvavidas en el proceloso, o sereno, piélago de las letras.
ResponderEliminar