Hace unos días, mi amiga Daniela
comentaba que leer un poema para ella es hallar algo enigmático, refrescarse
con síncopas. «No está nada mal la definición», pensé, sin decírselo, con la
intención de apropiármela (pues no se iba a enterar, ya que no lee esta
bitácora). Pero… sentiría algo de culpabilidad cada vez que la viera y, por
ello, la nombro.
Hay libros de poesía que se
pueden tomar por experimentos de lenguaje, juegos o ejercicios literarios al
albur de modas vanguardistas. Tal vez, lo mejor es dejarlos que suenen, como
fórmulas matemáticas que resuelven el cimbreante vuelo de pompas de jabón. Nada
de intentar comprenderlos y caer en la depresión juvenil de las obligaciones
escolares.
En todo caso, cuando el poeta o
la poeta va entrando en su propia voz (por lo general, ya pasada la
cuarentena), da con palabras únicas, normales pero nuevas. Leemos a Carmen
Conde en Cancionero de la enamorada:
El vino quiere morir
en una sangre rebelde,
y ser sangre derramada
en los apretados dientes.
Ebrio quiere que te sientas
para que sueñes conmigo,
y me jures un amor
duradero como el vino.
Bebe para que soñemos,
que quiero entrar en el juego.
A mí me gusta olvidarme…
Tú no tienes pensamientos…
Le digo a Daniela que lo que yo
hago muchas veces es contestar a lo que dice el poema, aunque no se entienda. Suele
ocurrir que se abren veredas que llevan a hontanares donde brota esa agua que
le refresca.
Dichosos días.
Los poemas son tragos cortos que conviene saborear despacio. Nunca puedo leer un libro de poemas, uno detrás del otro, sino que leo dos o tres y lo dejo hasta el día siguiente o el otro. No tengo capacidad para leer muchos poemas y concentrarme en cada uno de sus versos.
ResponderEliminarLa definición de tu amiga y tu mirada sobre la poesía son muy bellas. No conozco a la autora de ese poema tan sugerente. Gracias por ello.
Un abrazo!!
A mí me ocurre lo mismo. Leo pocos poemas de un libro. Lo llevo conmigo un tiempo y voy pasando páginas si prisa.
EliminarGracias por tus apreciaciones.
Un abrazo.
Ignacio,
ResponderEliminarMe ha gustado esa idea de dejar que las palabras entren, reposen y vayan madurando, que nos resuenen y conecten emociones. Así tiene que ser.
Es cierto que en la escuela ese intento con frecuencia de diseccionar los poemas, para mi hacen que nos olvidemos de la musicalidad y de la emoción que llevan, centrándonos en la métrica y en algunos casos aborreciendo la poesía sin ninguna culpa.
Disfrutar de las palabras, disfrutar de como suenan, de como se leen y de lo que provocan, esa es la magia.
Feliz sábado
Un abrazo.
Esa parece una de las maneras de acercarnos a la poesía. Querer comprenderla siempre, es un intento vano, pues no siempre lo pretende.
EliminarAbrazos, Conxita.
Llegar a la autenticidad de las palabras. Cada vez cuesta un poco más. Pero... no nos damos cuenta.
ResponderEliminarSaludos.
Seguramente es así, Anónimo. Las pendientes resbaladizas.
EliminarSaludos.