«”Tendríamos
que aprender a convivir así. Ya somos adultas las tres”, dice ella. “Es cierto
‒contesto‒, solo tenemos que atender nuestros íntimos deseos”. Quedamos en
silencio, envueltas en la certeza de estar vivas. Miramos por la ventana, las
frentes apoyadas en los visillos transparentes, hombro con hombro con hombro,
dejando que los ojos ojos ojos caminen hasta los blancos manzanos de la ladera
del sur, atravesando el moderno bulevar que ha construido la gente de esmoquin
retirando las vías de tren. (Por las
calles de la ciudad va mi amor. Poco importa hacia dónde en el tiempo dividido,
escribe René Char en Furor y magia).
»Ella yo y
ella convivimos. Resulta bastante más fácil de lo que hubiéramos pensado.
Flores hojas y frutos. La anciana de la frente arrugada nos narra historia. La
mirada fija en una una y una. Nos separan sus palabras. Ella aparece en el
desierto, los labios y la piel resecos, da tumbos por las dunas gritando
demenciada por el abrasador sol. Yo caigo en furioso río, jugueteada por
torbellinos que en la bajada rozan las rocas de la orilla rasgando mi piel. Ella
tiene en la boca sabor de fresas. Nos consuela. Le da agua a pequeños sorbos. Apoca
mis lancinantes llagas. La anciana grita, pero caminamos sin preocuparnos de
sus oraciones, cada vez más alejadas».
Solo tocar la arcilla
Hoy, que poseo el barro y el
aliento,
puedo hacerte surgir
de cualquier pentagrama lluvioso,
de cualquier escondido rincón
donde
sueñen las sombras y las arpas giman.
Puedo hacerte emerger,
revestida de espuma,
de un mar enigmático y secreto.
Solo será preciso
acariciar la arcilla,
trazar un simple garabato
sobre
el agua o el suelo
y esperar que
el aire pueble las troneras vacías.
[El poema es
de Pascual Izquierdo en Alba y ocaso de
la luz y los pétalos (2013). Los cuadros: Tres mujeres, de Leger, y The Misses Wickers, de Sargent Singer].
Me gusta el poema, y el segundo cuadro, parecen actrices de Hollywood.
ResponderEliminarsaludos
Ya lo creo, Karin, no te falta el gusto.
ResponderEliminarSaludos.
Un poema precioso, Ignacio. La arcilla está ahí, casi la tocamos. Bss
ResponderEliminar"Nos separan sus palabras"
ResponderEliminarLas palabras, muros de aislamiento. Lo que sugieren, lo que denotan, lo que recuerdan: esferas o campos distintos. Y cada cual encerrado en el suyo.