«Escribo
en dos espacios –nos dice–. El primero es gozoso. Busco y reúno material que
pueda servir para la historia que quiero elaborar. Es como sumergirte en la
costa, en el agua turquesa atravesada por la luz, donde vas pasando junto a las
rocas pobladas de coloridas algas, donde aparece una bandada de pececillos
esquivos, donde te encuentras con los ojos de algo desconocido. Te dejas llevar
por las invisibles corrientes que salen de lo profundo y, al tiempo, crees
descubrir su sistema: su origen y su destino. Y llega el momento en que sientes
que se va terminando el aire, que tienes que ascender para respirar, que tienes
que ir enlazando todas esas imágenes, sucesos y sensaciones que suceden allí
abajo para ti.
»Entonces
entro en el segundo espacio. Este es doloroso. Solo con pensar en el volumen
amontonado que espera ser puesto en orden, me nacen de diversas partes del
cuerpo unas punzadas que me hacen inclinar hacia un lado y otro. Postergo el
sentarme. Enciendo el portátil. Miro la hora. Lleno la lavadora como sea y la
enciendo. Hasta que la Inconsciencia me sienta, me pone las manos en el teclado
y van apareciendo en la pantalla palabras sin un destino específico, pero que
sé que irán uniéndose hasta crear ese texto que busca terminar en unas hojas de
papel.
»Después,
un constante cambiar del gozo al dolor. Oasis en medio de ese trajín tan
complicado que a veces resulta la vida. En ocasiones, descubrimiento de la
pieza que encaja en el hueco que hace días quedó formado, y trae la explicación
de lo que se creía inexplicable. Pocos momentos en la vida como estos de la
iluminación; tal vez algunos del amor o de la revolución. Efímeros, pero…
Encender el pabilo con mano temblorosa y dejar la palmatoria sobre la pila de
documentos».
La
Camarera y yo escuchamos absortas la inesperada explicación de quien la hace en
la terraza, bajo los plátanos de primavera, ante las casetas de la Feria del Libro.
Es curioso, lo que puede suceder ante una páginas.
ResponderEliminarSaludos.
Toda una vida.
EliminarSaludos.
El proceso creador es un cúmulo de sentimientos encontrados, a veces contradictorios o confusos que sin embargo confluyen. Y luego llega el lector y se empapa a su manera, con su propia interpretación. Es lo que tienen los libros, remueven nuestro interior. Un beso
ResponderEliminarEs así, Mere. Contradiciones por todos los lados. Y corrientes de aquí y allá.
ResponderEliminarBesos.
Qué de incomodidades acarrea la escritura de un libro a su autor. Luego, los lectores, le regalaremos frases bonitas y él olvidará lo malo lo suficiente como para querer repetir experiencia. Y, en algunos casos, el lector también.
ResponderEliminar