Connolly escribe que literatura
es aquello que se lee dos veces, por lo que me siento bastante excluido del
escogido mundo de las letras, ya que el tiempo o las exigencias del cotidiano devenir
no me permiten repetir lecturas en la mayoría de los libros que caen a mi
alcance.
Digo casi todos, porque en estos
días he releído ¡Ponte, mesita!, de
Anne Serre, traducido (por Javier Albiñana) a principios de año. Recordaba
aquellos personajes salidos de Simsala, el país de los hermanos Grimm,
transportados sobre el libro que obedece a fórmulas, los cuales hace tiempo ya
que han perdido atractivo para mí, en el que aparecían la mesa, el asno y la
estaca.
Pero… cuál no sería mi sorpresa
al encontrarme con una heredera de Sade, que domina el arte de narrar atractivo,
que reinterpreta esa mesita (no sé si algo forzadamente), la pervierte y la
convierte en el lago donde podemos mirar nuestra íntima existencia. Difícil,
bastante difícil me parece resolver la primera parte de su relato, y lo hace dejándonos
un personaje adolescente con el ansia ya saciada, que tiene que abrir espacios
donde habitar.
¿Cómo es la edad madura de
alguien que se sabe todos los cuentos? León Felipe mostró su versión. Los demás
lo intentamos. Este es un libro que hace pensar.
Parece interesante. Le echaré un vistazo.
ResponderEliminarLa verdad que creo que merece la pena.
EliminarSaludos.