Viendo el espectáculo del
devenir político y deportivo en días recientes, me viene a la cabeza El cazador de leones, de Javier Tomeo
(singular narrador fallecido en 2013; libro este que leí por indicaciones de la
Bibliotecaria y que, por cierto, no me entusiasmó en su momento, pero que ha
quedado vivo en mi memoria). Parece que todo ocurriera fuera del ámbito vital
en el que me desenvuelvo, aunque seguramente sea yo quien está orillado de las
corrientes visibles de la sociedad.
Al otro lado del hilo telefónico
se oye el relato de viajes fantásticos, leones únicos por cazar, tierras de
promisión. Pero los paraísos construidos con bienes terrenales solo existen
para la gente pudiente, tal como describe Sebald en ese libro de pérdidas que
es Los anillos de Saturno cuando nos
lleva al jardín encantado de Yuan Ming Yuan, cercano a Pekin, las laderas de un
monte pobladas de palacios, templos, pabellones, puentes… de cedro y mármol,
dispersas entre vegetación, lagos y arroyos, repletas de objetos de oro y jade,
saqueadas destruidas quemadas por tropas inglesas y francesas en 1860, cuyas
llamas crearon una nube de cenizas que el viento transporta a la ciudad,
cayendo sobre los cuerpos como si fuera una maldición.
Aunque, tal vez, las gentes
comunes tengamos una oportunidad, pues dice Jean Guitton (en El trabajo intelectual) que la privación
puede resultar un estado fecundo.
Un recorrido singular entre renglones de historias, para recalar en el debate sobre la recuperación de un estado doliente de bienestar, para una buena parte de los mortales.
ResponderEliminarPuede que el tiempo de privación sea fecundo en ideas, pero desnutrido en recursos, y si perdura sin alimento, una acaba por abandonar o abandonarse
Saludos
Marinela
La privación sería el ámbito desde el que crear algo colectivamente, con solidaridad. ¿Será posible? Desde los discursos nos desligan y, como dices, Marinela, acabamos abandonando.
EliminarSaludos.
INTERESANTE, MUY INTERESANTE. GRACIAS POR COMPARTIR.
ResponderEliminarUN ABRAZO
De nada, ReltiH. También un abrazo.
EliminarQué interesante, me identifico plenamente con lo que has descrito.
ResponderEliminarUn beso.
Me alegro de que sea de tu interés, Sara.
EliminarUn beso.
Un saludo.
ResponderEliminarIgualmente, Dyhego.
EliminarProbablemente seamos eso que no aparece nunca en los libros de Historia. Todo lo contrario que esas vidas en paraísos.
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