Esta mañana no ha salido el
bullicio de las golondrinas. El cielo nublado, medio lluvioso, las mantiene
altas, alejadas de la ventana. Las buscaba al levantarme algo sonámbulo, pero
no están cerca. Puede soñarse con tormentas de arena y puede ser que te
entierren. La Camarera no sabe bien qué decir cuando le cuento la pesadilla de
la pasada noche.
Sueño es el título con el que se traduce uno de los relatos de
Haruki Murakami (del que solemos toparnos con forofos), anterior a las novelas que le han hecho famoso, pues se
publicó en 1990, viendo la luz dos años después en The New Yorker, periódico que ennobleció
el relato largo o la novela corta en la segunda mitad del pasado siglo. La
editorial incorpora las sorprendentes ilustraciones realizadas por la alemana
Kat Menschik, que refuerzan (ya desde su colorido añil plata) el ambiente onírico de la
obra y se muestran casi como una película inanimada, a la que podemos insuflar vida al zambullirnos en compañía de la protagonista.
Es lo que sorprende a la
Camarera (que fue la que me sugirió esta lectura), la voz de la protagonista o,
mejor dicho, la consciencia. «Demasiado intelectual», dice «se nota la
gradación de tiralíneas de la historia». La miro abrir el grifo sobre las tazas
antes de ponerlas en la bandeja del lavavajillas. «Ya ‒protesto‒, pero llevamos
tres días hablando de ello. Algo tendrá.» Y tiene la doble vida, la fluidez del
agua, el ímpetu hacia la libertad, la fuerza de la soledad, la atracción de lo
desconocido. La bella escritura.
Tiene golondrinas.
Parece que el agua está muy presente en las ilustraciones.
ResponderEliminarSeguramente el agua será unos de los "componentes" del sueño.
ResponderEliminarSaludos.
Me encanta las conversaciones con tu camarera, que bueno poder conversar con una mujer tan agradable.
ResponderEliminarCada vez que fotografío un velero me acuerdo de ti! sigo pensando en el tema que me propusiste.
saludos.
Gracias, Karin. Ya sabes que no hay prisa.
ResponderEliminarSaludos.
Ellas, las golondrinas, están ahí, muy alto, trazando líneas de vuelo caprichoso. Los sueños deben de estar por encima de nuestra consciencia e, igualmente, tan caprichosos. Revelan tanto de nosotros. ¿Y las golondrinas, también?
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