miércoles, 29 de octubre de 2014

Hojas de otoño (Constantino Bértolo)

Tal vez sea por la falta de lluvias, pero este año no encuentro hojas adecuadas para introducir en los libros (únicamente, a fuer de que alguien de la vecindad pueda afeármelo, me adentro en el seto de la rosaleda y cojo algunos pétalos). Sí que se llena el suelo de la rivera de hojas caídas, al igual que sucede con el paseo, pero los chopos, los sauces, los plátanos, los tilos, los arces o los serbales las lanzan decaídas, por no hablar de los castaños, que comenzaron a arrugarse en agosto.
Así que (por no doblar las esquinas, pues es de la Biblioteca) tengo que valerme de marcapáginas para señalar los lugares por donde voy leyendo La cena de los notables, de Constantino Bértolo, un tratado sobre la lectura y la crítica que tiene escaso desperdicio. Elige libros donde la lectura modela a sus personajes ‒Martin Eden, de Jack London; Naneferkaptah, relato recogido por Santiago Baraíbar; madame Bovary, de Flaubert‒ para explicarnos las urdimbres lectoras que cada cual llevamos antes de comenzar cualquier libro y que nos conectan con nuestra biografía, con el bajaje literario que hemos ido incorporando y con la ideología con la que contemplamos el mundo y los seres que nos rodean.
Según Bértolo, los diferentes tipos de lectura pueden enmarcarse en cinco categorías (entremezcladas entre ellas, lógicamente):
-      -  Lectura adolescente, la que se identifica en demasía con los personajes y nos entran unas ganas enormes de recomendárselo a alguien (algo parecido a lo que sucede con el envío de fotografías en el wasap).
-      -  Lectura inocente, la del entretenimiento, «chica, no he podido parar; lo he leído de un tirón de principio a fin», nada de problemas (claro que mejor no averiguar qué hay debajo de esa inocencia).
-      -  Lectura sectaria, la que se acomoda a nuestros modos de juzgar y desecha lo diferente.
-      -  Lectura letraherida, la envuelta en la estética, en el modo de narrar, en el entusiasmo que te hace vivir en plenitud, conformando una hermandad lectora que nos hace libres (en fin, eso dicen).
-      -  Lectura civil, la que parte de que quien lee está inmerso en un determinado contexto social, cultural y político, atendiendo aspectos individuales, culturales e ideológicos. Sin duda, parece que esta es la que proporciona mayor libertad.
Podríamos decir que la idea central del tratado de este crítico y editor lucense es la palabra como responsabilidad.

(Si alguna pega hemos de ponerle, es que la cacereña Editorial Periférica compone estos libros con un tipo de letra demasiado pequeño).

4 comentarios:

  1. Es un gusto particular leer vuestro comentario en el día de mi cumpleaños: acabo de entrar en la "generación del los 68". Gracias. Que los dioses y los libros os sean favorables.
    Constantino

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    1. ¡Qué sorpresa, Constantino! Felicidades (en tu octubre de 68). La verdad es que tu libro nos resulta muy didáctico y puede emplearse en los clubes de lectura de las bibliotecas.

      También es casualidad, pero ya sabes que la escritura puede con muchos asuntos.

      Dichosos días desde Burgos

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  2. A la hora de elegir lectura, intervienen varios factores, creo que uno de los primeros y de más peso es el estado de ánimo. Este puede estar marcado por el entusiasmo, la indignación, la serenidad, la opresión, la tristeza....y esto nos lleva a la curiosidad, el interés, la rebeldía, la introspección. Y con todo este equipaje, vamos buscando las lecturas que nos dices y alguna más que yo añadiría, que más se acomoden a nuestro estado de ánimo.
    Bueno, este sería mi caso...

    Saludos

    Marinela

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    1. ¡Qué acertada me resulta tu respuesta, Marinela! Sin duda, somos personas y se puede ampliar cualquier esquema que montemos para entender lo que sucede a nuestro alrededor.

      No sé si Constantino Bértolo leerá tu comentario. Para mí es de un gran valor.

      Saludos.

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