Hace años leíamos a Walter
Benjamin (1892-1940) decir que tenía un alma gemela en su prima Gertrud Kolmar
(1894-1943), hija de una acomodada familia judía alemana, sin saber si era su
elegida para acompañarse en la eternidad ‒según la práctica de este pueblo-,
aunque no dudábamos de la excelencia de esta mujer, pues Benjamin era un autor
al que se adoraba en nuestra juventud.
Desde entonces, Gertrud ha ido
creciendo a nuestros ojos, terminando por ser una excelente escritora,
novelista y poeta, además de una persona entregada y de gran potencial
espiritual, pues renuncia a abandonar la Alemania nazi por quedarse al cuidado
de su padre ‒«Todo consiste en estar preparado», recita Hamlet‒, el cual
termina por ser llevado, con 82 años, a un campo de concentración en 1942 y,
ella, a Auschwitz, donde muere en 1943; sin contar con que en 1930 escribe un
libro en el que novela a su madre, La
madre judía, en el que presagia los tormentos que siguieron.
Ya en 1996, el estudioso Rafael Gutiérrez
Girardot (1928-2005) ponía en nuestras manos un libro estremecedor y de gran
belleza: Moriré callando. Tres poetisas
judías, donde Kolmar comparte voz nada menos que con Else Lasker-Schüller y
Nelly Sachs. Pero se secó ahí el manantial y no hubo traducciones hasta la aparición
del poemario Mundos (2005), a la que sigue la novela Susanna (2010), escrita en un alojamiento para judíos en 1939.
Ahora es la poeta, traductora y
profesora arriacense Mar García Lozano, en editorial Torremozas, la que recrea
literariamente algunos de los aspectos más singulares de su existencia en Campos de la despedida (2015);
existencia que empleó en leer cartas de prisioneros durante la primera guerra
mundial o en mantener relaciones con un oficial alemán.
De la oscuridad
De la oscuridad vengo yo, una mujer.
Llevo un niño, ya no sé de quién;
en otro tiempo lo supe.
Pero no hay más hombre para mí...
Todos se han hundido a mi paso, como un riachuelo
que la tierra bebió.
Avanzo más y más lejos.
Porque quiero alcanzar las montañas antes de que se haga de
día,
y ya se apagan las estrellas.
[…]
Entraré ahí,
me acurrucaré bajo la sombra de sus grandes alas y
descansaré.
Amodorrada escucharé cómo crece la muda voz de mi hijo
y dormiré, con la frente inclinada hacia el este,
hasta la salida del sol.
Con toda seguridad el haber presenciado y vivido al límite de muchos sufrimientos aporta una experiencia vital de consecuencias difíciles de medir, pero que pueden llegar a influir de una manera brutal en un ser humano. Me imagino que la carga emocional que destilen sus poemas será inmensa...
ResponderEliminarSaludos
Marinela
Ya lo creo, Marinela. Son poemas emocionados y, al tiempo, inteligentes. Una mezcolanza singular. Atravesada, claro, por el sufrimiento.
EliminarSaludos.
Cómo me gusta la editorial Torremozas, sobre todo porque tienen un completísimo espacio para mujeres escritoras, y Nelly Sachs es una de mis favoritas. Cuantos poetas y escritores, entre tantos artistas, perdidos en los innombrables campos de concentración.
ResponderEliminarSí, Torremozas cubre un campo muy loable. Por desgracia, su iniciadora, la poeta Luz Jiménez Faro, ha fallecido no hace mucho.
EliminarNo conocía a este mujer ni su historia de vida, me encantó este poema y como dice Esther, que buen trabajo hace la Editorial Torremozas...
ResponderEliminarUn abrazo Bibliotecarios
Como dices, Torremozas nos viene descubriendo agradables sorpresas.
EliminarGracias por el abrazo. Igualmente.
No conozco a Gertrud Kolmar y me interesa, así que me llevo su nombre e indagaré para ver que puedo encontrar además de lo que tú señalas. El poema es excelente.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Gracias, U-topia. Imagino que te atrapará la poesía de Gertrud Kolmar y su vida.
EliminarUn abrazo.
No conozco a Gertrud Kolmar y me interesa, así que me llevo su nombre e indagaré para ver que puedo encontrar además de lo que tú señalas. El poema es excelente.
ResponderEliminarUn abrazo!!
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