La Internetoteca y los interneros

El acceso a Internet público y gratuito en la biblioteca se está convirtiendo a pasos agigantados en el servicio estrella. Genera una especie de fiebre ciberespacial, que afecta por igual a niños, mayores, señoras de su casa, jubilados ociosos, minorías étnicas, etc. Así, es curioso observar el desasosiego con que solicitan todos estos usuarios el mencionado acceso, con frases y peticiones que más de una vez he estado a punto de contestar con un mal chiste de esos que normalmente el interlocutor no entiende ni acepta, víctima de una patética dignidad a la que, como bibliotecarios estamos ya acostumbrados. Y es que la lista es larga y curiosa:

- ¿Me das un ordenador? (No hija, no, aquí sólo los prestamos un ratillo) .
- ¿Me das p’al ordenador? (Con esta crisis, estamos como para dar limosnas) .
- Y los hay mucho más ambiciosos que quieren montarse una red : ¿Me das pa ordenadores? .
- ¿Me puedo meter en un ordenador? (¡Si Houdini levantara la cabeza!) .
- ¿Pa entrar en ordenadores? (Pregunte usted a la persona anterior).
- ¿Puedo coger un ordenador? (Bueno, si tienes ese capricho... pero con lo que pesa...)
- El minimalista: ¡Internet! (Si, pero falta la clave- ¿La clave?- Si, alguna como: hola, buenos días, por favor, gracias. Las máquinas son aquellas, yo soy una bibliopersona) .

Otras formas son también curiosas, como la de la usuaria mexicana que dice: “¿Podría prestarme una computadora?” , con ese acentillo de Tijuana. O la de un educadísimo usuario que pregunta (pero cada vez que viene, lo juro): “¿Podría tener acceso a una hora de conexión a Internet?”, pronunciando la última “t” con exactitud angloparlante.
En fin, que si no fuera por estos ratos que sería de nosotros.
Por cierto, ¿creéis que todo ese muestrario humano conoce el concepto de Biblioteca electrónica? .
Hasta pronto.