…porque doquiera el hombre va, lleva consigo su novela(Fortunata y Jacinta, B. Pérez Galdós)
Nieva
de modo intermitente, a ratos con abundancia, esta mañana. Así que salgo hacia
el centro, subiendo por la orilla del río, para ver el desconcierto de la vida
ciudadana en días como este. Después de recorrer las plazas cercanas al paseo
principal, entro en la cafetería. La Camarera me ve sacar el libro del bolsillo
del abrigo y me pregunta qué es lo que estoy leyendo. Le digo que eso hoy no
tiene importancia, pues llevo el libro simplemente como compañía, aun a
sabiendas de que no voy a leer nada. Hay bastante en lo que entretenerse
mirando por la calle. «¡Eso sí que tiene gracia! ‒me suelta‒ ¡Vaya manera que
tienes de pasear con alguien!».
Nos
reímos un poco de este sentido eremita de la soledad y comentamos la frase de
Galdós. Al fin y al cabo, es lo que suele hacer la literatura, ¿no? Novela, entendida como ese «equipaje de
experiencias y emociones con el que se construye la identidad del individuo» (que
nos dice Pablo Valdivia). Parece evidente que la llevamos en nuestro deambular.
Así
pues, la cita no solo tiene significado literal, sino también simbólico. De ahí
que Muñoz Molina la hubiera destinado para iniciar su Sefarad, novela de novelas; la cual sustituye a última hora por
unas palabras de Kafka: «”Sí ‒dijo el ujier‒, son acusados, todos los que ahí
ve son acusados”. “¿De veras? ‒dijo K.‒, entonces son compañeros míos”».
Para
no desviarnos a la tragedia y continuar con lo blanco, le digo a la Camarera
que ponga la luna de Caetano Veloso.
La novela de la Camarera. La luna de nieve.
Pues una biblioteca es una gran compañía. Y una ciudad, una inmensa biblioteca. Y los que miran a la calle, usuarios de ella.
ResponderEliminarNada como una cálida compañía en días de nieve.
ResponderEliminarSaludos.
Inmensa y variable biblioteca es la calle, ciertamente.
ResponderEliminarSí, después llega el frío.
ResponderEliminarSaludos