La noticia fue una bomba aquel 9
de junio de 1933: «Hildegart ha sido asesinada por su madre. Aurora Rodríguez descarga cuatro tiros sobre el rostro y el
pecho de su hija mientras esta dormía». Aurora (1879-1956) era mujer culta,
feminista, de recursos económicos que le permiten una vida desahogada. Planea
tener una hija que sea jardín de
sabiduría, que ayude a las esclavizadas mujeres a emanciparse. Por ello,
elige al que puede ser su padre ‒el colaborador sociológico‒, el cual parece
que fue el capellán de la Armada (de Ferrol) de 35 años Alberto Pallás
Montseny, para el que ahí termina su cometido, pues Aurora se marcha a Madrid
para dar allí a luz el 9 de diciembre de 1914, pudiendo después moldear a la
hija a su antojo.
El caso es que, al principio,
todo va saliendo a pedir de boca: la niña comienza a hablar a los ocho meses,
es capaz de leer a los dos años, a los tres escribe y toca el piano y, a los
cuatro, es mecanógrafa. Por si fuera poco, a los 13 aprueba la reválida de
entrada a la universidad, se matricula en Derecho en la Complutense y, a los
17, se convierte en la abogada más joven de España. Después se matricula en
Medicina y Filosofía y Letras. Estudiando inglés, francés, alemán, etc. Todo
ello mientras trabaja como periodista, conferenciante y escritora, pues antes
de morir deja publicados 15 libros (disponibles en Biblioteca Digital Hispánica) y un centenar de artículos, con análisis tan
frescos y serios en el campo de la sexología que no pasan desapercibidos en
Europa.
Pero… la hija desea emanciparse.
Frecuenta círculos modernos, incluido el Lyceum Club, con la flor y nata de
mujeres madrileñas que luchan por la emancipación, y ella tiene siempre la
sombra de su madre indicándole el camino a seguir. Está con el socialismo, pasa
al republicanismo federal y al movimiento libertario. Aurora no aprueba el
nuevo rumbo de Hildegart, la cual desea marcharse a Londres para escapar de su
tiranía. Así que la madre decide destruir su obra.
Eduardo de Guzmán, periodista
que siguió el juicio y entrevistó a Aurora, recopiló sus textos en el libro Aurora de sangre. Vida y muerte de Hildegart
(Madrid, Gregorio del Toro, 1973), reeditado primorosamente por La Linterna
Sorda en 2014 (año en que también ha habido un congreso en Ferrol), con
aportaciones de Ana Muiña, Guillermo Rendueles y Rafael Cid.
Muy interesante. me voy con el deseo de investigar y conocer más, gracias por provocarlo.
ResponderEliminarBesitos de anís y feliz fin de semana para ti.
Gracias, Sara. Realmente merece la pena emplear un tiempo en leer a Hildegart.
EliminarBesos
Buenos días, Burgostecarios:
ResponderEliminar¡Pobre Hildegart!
Saludos.
Parece el diario de laboratorio de un experimento. O la biografía de un bonsai al que, mediante una sofisticada técnica, el dueño le va encauzando con alambre de hierro las vías por las que las ramas habrán de crecer para formar una silueta artística a mayor gloria de sus ambiciones.
ResponderEliminarBuenos días, Gelu. Ya lo creo que puede decirse eso de ¡Pobre Hildegart!
ResponderEliminarSaludos
Así parece que era, ebge. Un bonsai al que le dio por desarrollarse a su capricho y...
ResponderEliminarHola Lavelablanca!!
ResponderEliminar¡Que triste vida la de Hildegart! ¿Como puede una madre asesinar a su hija no toma el rumbo que ella le ha impuesto?
Un abrazo..
Ya ves, Conchi, la vida no puede entenderse en un solo relato..
ResponderEliminarUn abrazo.