Una buena madre inculca a sus pequeños vástagos esos valores humanos que distinguen a sus retoños del resto de las fieras corrupias que andan sueltas por la calle: respeto a los mayores, civismo, educación, a poner una sonrisita cuando hace falta, a colaborar en las tareas del hogar... un titánico esfuerzo que tarde o temprano da sus frutos. Y no sé si son maduros, verdes o se han pasado de rosca.
La limpieza y el orden son dos de los valores más arraigados en mi casa. Siempre trabajando los dos, se ha necesitado que todos arrimemos el hombro para que el hogar no pareciera una leonera. Lo que pasa que claro, a fuerza de costumbre, pasas del morrocotudo enfado nacido de la temida frase “te toca fregar” a “ya friego yo, vengaaaaaaa”. Claro, cuando te quieres dar cuenta, ya tienes preprogramada en tu código genético la acción limpiar+ordenar y te conviertes en un clon de la ratita presumida.
Don Limpio seguro que estaría encantado de trabajar en una biblioteca, donde, aunque no lo parezca a simple vista, la suciedad está omnipresente. No digo que esto parezca un vertedero, pero todo el material guardado aquí tiene la innnata capacidad de acumular residuos él solito, con que si encima es manipulado por humanos (productores de inmundicias a punta pala) el mejunje de motitas de polvo, pelos, trozos de celo, pegatinas destrozadas y papeletas estrujadas puede ser mortal. Todas estas cosas se localizan cuando tienes que ordenar un taco de discos o un montón de libros Empiezas a mover y desplazas unos cuantos y ¡ohhhhhhh!te encuentras con todo el pastel. Entonces tienes dos opciones:
a) pasar de ello y pensar que los ácaros tienen derecho a la vida ó
b) arremangarte la camiseta, preguntar por un trapo ante la atónita mirada de tus compañeros e intentar ganar esa batalla (que no la guerra, que es imposible).
Lo malo es que esto no es la cocina de tu casa, donde tienes mil y un productos específicos para cada tipo de superficie. Aquí te tienes que apañar con un trapo de dudoso color blanco, un bote de alcohol y a lo sumo una bayeta spontex. Debo comentar que por los mundos cervantinos los muebles son todos de inmaculado color blanco y de metal, con lo que sí te dan licencia para frotar sin piedad sin miedo a lo que hoy en día se conoce como “decapar la madera”. El único inconveniente es que no tienen espacio designado para colocar señalización ni carteles, así que la verdadera reina del color residual es la maquinita de carteles dymo. Para quien no la conozca, es una maravilla de la ciencia capaz de dejar residuos tóxicos tipo pegamento loctite allí por donde pasa. Su amplia paleta de colores permite dejarte pegotes de color rojo, amarillo, verde... que al frotar se expanden dotando a la estantería de un bonito color rojo, amarillo o verde pastel. Así que, suspirando por un KH7 o un disolvente (para qué andarnos con tonterías) dejas tu sufrido trapo y acudes al más rudimentario intrumento para quitar la roña: la uña.
¿Qué tal el día? Te preguntan cuando vuelves la jornada de trabajo. Y te ven con los puños de la camiseta algo negros, las uñas cada una de un color y que despides un ligero tufo a cubo de fregar. Si no supieran por la nómina que realmente trabajo en una biblioteca, pensarían que trabajo de pintora o de limpiadora profesional. Maldigo mi adn. Gracias, mamá.
La limpieza y el orden son dos de los valores más arraigados en mi casa. Siempre trabajando los dos, se ha necesitado que todos arrimemos el hombro para que el hogar no pareciera una leonera. Lo que pasa que claro, a fuerza de costumbre, pasas del morrocotudo enfado nacido de la temida frase “te toca fregar” a “ya friego yo, vengaaaaaaa”. Claro, cuando te quieres dar cuenta, ya tienes preprogramada en tu código genético la acción limpiar+ordenar y te conviertes en un clon de la ratita presumida.
Don Limpio seguro que estaría encantado de trabajar en una biblioteca, donde, aunque no lo parezca a simple vista, la suciedad está omnipresente. No digo que esto parezca un vertedero, pero todo el material guardado aquí tiene la innnata capacidad de acumular residuos él solito, con que si encima es manipulado por humanos (productores de inmundicias a punta pala) el mejunje de motitas de polvo, pelos, trozos de celo, pegatinas destrozadas y papeletas estrujadas puede ser mortal. Todas estas cosas se localizan cuando tienes que ordenar un taco de discos o un montón de libros Empiezas a mover y desplazas unos cuantos y ¡ohhhhhhh!te encuentras con todo el pastel. Entonces tienes dos opciones:
a) pasar de ello y pensar que los ácaros tienen derecho a la vida ó
b) arremangarte la camiseta, preguntar por un trapo ante la atónita mirada de tus compañeros e intentar ganar esa batalla (que no la guerra, que es imposible).
Lo malo es que esto no es la cocina de tu casa, donde tienes mil y un productos específicos para cada tipo de superficie. Aquí te tienes que apañar con un trapo de dudoso color blanco, un bote de alcohol y a lo sumo una bayeta spontex. Debo comentar que por los mundos cervantinos los muebles son todos de inmaculado color blanco y de metal, con lo que sí te dan licencia para frotar sin piedad sin miedo a lo que hoy en día se conoce como “decapar la madera”. El único inconveniente es que no tienen espacio designado para colocar señalización ni carteles, así que la verdadera reina del color residual es la maquinita de carteles dymo. Para quien no la conozca, es una maravilla de la ciencia capaz de dejar residuos tóxicos tipo pegamento loctite allí por donde pasa. Su amplia paleta de colores permite dejarte pegotes de color rojo, amarillo, verde... que al frotar se expanden dotando a la estantería de un bonito color rojo, amarillo o verde pastel. Así que, suspirando por un KH7 o un disolvente (para qué andarnos con tonterías) dejas tu sufrido trapo y acudes al más rudimentario intrumento para quitar la roña: la uña.
¿Qué tal el día? Te preguntan cuando vuelves la jornada de trabajo. Y te ven con los puños de la camiseta algo negros, las uñas cada una de un color y que despides un ligero tufo a cubo de fregar. Si no supieran por la nómina que realmente trabajo en una biblioteca, pensarían que trabajo de pintora o de limpiadora profesional. Maldigo mi adn. Gracias, mamá.
Buenassss, yo propongo que al consabido uniforme de bibliotecaria de toda la vida se unan los guantes de latex y la mascarilla pertrechadas para el trabajo
ResponderEliminarYo de tanto limpiar esas manchas de Dymo con alcohol, además de llevar los dedos blanquecinos, voy a tener que ir a Alcohólicos Anónimos a deshabituarme.
ResponderEliminaresta máscara cumpliría perfectamente para estar en la sala infantil, impone y aisla, dos máximas importantísimas para el buen desempeño de trabajo en esa sala Hola pequeño, ¿te puedo ayudar?¿no? pues llámale a tu madre
ResponderEliminarEso pasa por tener mobiliario nuevo, en algunas al ser este más añejo y desconocer su color original, el frote va más para los documentos, es habitual "Este Dvd está estropeado y no se ve", le das la vuelta y lo que no se es como lo habrá conseguido sacar del reproductor sin que se quede pegado por las manchas churretosas de vayaustedasaber... ahí, ahí si que hay que limpiar... ¡qué asco más grande! ¿cómo es posible manchar así los discos o los dvd? ¿los habrán colocado encima de la pizza? ¿los habrán utilizado para cortar la pizza?...
ResponderEliminarvoy a tener que ir a Alcohólicos Anónimos a deshabituarme
ResponderEliminarMira que te lo decía ¿eh?: "tanto inhalar efluvios alcohólicos no podía ser bueno" y ahí estás tú enganchao a la mala vida y al vicio, diosss con lo buen chico que pareces...
De la limpieza ¡qué decir! viendo una bibliotecaca se puede pensar que es un sitio cómodo, limpio y agradable... pero nada más lejos de la realidad, esto es un foco de gérmenes e inmundicias que te hce inmune a casi todo... los bibliotecaros tenemos una salud de hierro y se debe precisamente a estos encantdores animalillos
Lo de bibliotecaca ha sido un error de teclilla, pero viene que ni al pelo ese nombre XDDDD
ResponderEliminarYa es de sobra conocida la historia del menú del día de una viejecita cualquiera:
ResponderEliminarPrimero: suite de libro rebozado en exquisitos polvos de café
Segundo: libro con espuma de yogur bífidus con baño de cereales integrales.
No me quiero imaginar el postre...
Hace tiempo que decidí pasar olímpicamente de la Dymo. Mi tablita de word, 24 milímietros de alto las filas, plastificar, guillotinar y cartles sin sufrimiento...
ResponderEliminarLo de la caca es pa morise, sobre todo cuando pasa a tus manos... ¡y los olores! :(
Mi tablita de word, 24 milímietros de alto las filas,
ResponderEliminarMírala ella qué apañadita es...
"con esas manitas y sus abalorios
la hermana hace los letreritos encomendándose a San Gregorio"
"con esas manitas y sus abalorios
ResponderEliminarla hermana hace los letreritos encomendándose a San Gregorio"
XDDD es usted una artista, hermana... eso era un anuncio de un juego ¿no?
Síiiii, un juego de hace mil años... ¿cómo te acuerdas tú, si tenías que ser muy pequeña?
ResponderEliminarcómo tengan que investigar las huellas por alguna desaparición de usuarios, allí sólo van a encontrar las vuestras.. ayyyy, es mejor no limpiar para confundir...
ResponderEliminar¿cómo te acuerdas tú, si tenías que ser muy pequeña?
ResponderEliminarSalía una niña enseñando las manitas así girándolas con los dedos hacia arriba... lo recuerdo:
a) capacidad innata para retener tonterías.
b) en realidad tengo 30 castañas
c) una combinación de ambos
;D
ah! y estoy con biblioteclaria, la dymo es un atraso, no pega, hay que usar loctite o lo que se pueda, mancha es un rollo de usar... donde esté la tablita de gor toda pulcra y tiesa que se quite el cutreinvento ese... :)
ResponderEliminardonde esté la tablita de gor toda pulcra y tiesa que se quite el cutreinvento ese
ResponderEliminarEl gor, claro que sí... XDDD
Como os oiga el jefe... con lo caros que le salieron esos cacharritos y vosotras sin amortizarlos, ande luego... qué ingratas y desagradecidas sois....
ResponderEliminarA mí me parece genial trabajar con word, porque aparte de no manchar tanto se ahorraría tiempo y dinero (las cintas son carísimas).
ResponderEliminarPero nuestras estanterías no están preparadas para carteles hechos con papel. No tienen guías para colocarlos y la única forma sería pegarles con celo. Si ya las pegatinas dymo se quitan en dos telediarios, las de papel se despegarían con la mirada.
En realidad el mobiliario es que no es nada útil. Si las estanterías fueras de madera seguro que con un poco pronto quedaban de cine.
Bueno, y además de todos estos inconvenientes, hay que añadir el de la manicura:¿qué bibliotecario dedicado a estas labores de limpieza y adecentamiento tiene las uñas como dios manda? NINGUNO, el esmalte saltado, las unas partidas, las cutículas resecas... un desastre ¿que toca ahora ? Por supuesto, pedir el Plus para manicura ¡YA! ;)
ResponderEliminarSi las estanterías fueras de madera seguro que con un poco pronto quedaban de cine.
ResponderEliminarY arderían mejor, que a la hora de eliminar usuarios puede ser interesante... XDDD
Por supuesto, pedir el Plus para manicura ¡YA! ;)
Sin manicura, es una locura, sin manicura, es una locura... ¡todos! SIN MANICURA, ES UNA LOCURA...
La manicura me hace más pura, eso es lo que teneis que cantar, casquivanas!!!!
ResponderEliminarY el polvo es un estorbo. XXDDDDDD
ResponderEliminareso es lo que teneis que cantar, casquivanas...
ResponderEliminarYo pensaba que, quitando "Con flores aaa Maríiiiaaa" y "Hacia tíiiii morada santaaaa", su madre maternal nos tenía prohibido cantar en el convento... si estoy equivocada, dígamelo porque con el arte que llevo yo dentro me pongo a cantar todo el repertorio :D
no,no,no, cantar lo que bien sabe y lo demás se recita como un leve murmullo...
ResponderEliminarNos va a tener que recordar "La regla de San Pantunflo", por la que se rige nuestra congregación, porque me parece a mí que tenemos las normas un poco olvidadillas... que yo me entere, o sea que sólo podemos cuchichear ¿no? a ver, pero si luego nos llama indómitas, casquivanas y chismosas... ¡con usted no hay quien se entere!
ResponderEliminarya sabe que la iglesia ha estado y está muy perseguida, si no la llaman chismosa la llamarán algo peor, más vale prepararse para el martirio, y nuestro trabajo nos ayuda muchísimo al entrenamiento. :) ¡qué tarde llevamos, si le contáramos fliparía con los humos del incienso!
ResponderEliminarsi le contáramos fliparía con los humos del incienso!
ResponderEliminarSi ya decía yo que estas inhalaciones no eran buenas... en fin las dejo con su particular penitencia, con dios hermanas.
Hola. Tras vuestra habitual y dura pelea diaria me atrevería a preguntar si eres bibliotecaria o limpiadora. Conste que no es comentario mordaz. Un saludo
ResponderEliminarNiego la mayor: "Una buena madre..." Si así fuera, habría que acusar a todas las madres de que no han educado bien a sus hijos. Si pusiéramos "Unos buenos padres" podríamos repartir mejor las culpas.
ResponderEliminarSi pusiéramos "Unos buenos padres" podríamos repartir mejor las culpas.
ResponderEliminarEsa es la clave, pero nos educaron madres que hicieron el servicio social, y aunque esto va mejorando aún nos queda mucho camino.
pero si luego nos llama indómitas, casquivanas y chismosas...
Hoy debemos permitir a la madre, que nos llame lo que quiera que la tarde está calentita.
1ª usuaria: nos queria robar una revista.
2ª usuarias: dos hnas muy conocidas por estos lares nos han traido dos cosmopolitan pegadas con...¿patata asada?
3ª no sigo para no dar pena, pero uffff tarde de Lunes