DOMINÓ

Que los libros son unos objetos con múltiples posibilidades es algo que admitimos y reconocemos los bibliotecarios.

¿Quién no ha utilizado nunca un libro para calzar una mesa que se movía mucho?

¿Quién no ha planchado una foto que se había arrugado un poco al salir de la lavadora dentro del bolsillo de una chaqueta, con un tomo bien gordo de la enciclopedia de casa?

No digas que nunca se te ocurrió apilar varios libros para subirte en ellos y así alcanzar el bote de las chuches que tu madre guardaba en lo alto de un armario...

Benditos libros que nos han sacado de mil y un apuros;

"No te preocupes si llegas tarde, yo te espero, me llevaré un libro..." (en este caso casi le debo la vida, me hubiera fumado un paquete entero en otro tiempo).

"Gracias a que llevaba en el bolso el libro gordo de petete pude defenderme asestando tremendo bolsazo al sinvergüenza que el otro día intentó quitarme, eso, mi bolso"...

"Dios mío que horror, vaya metedura de pata y como si de un cojín de plumas se tratará me hundí en mi libro desapareciendo instantaneamente de la visión de los demás ( o al menos eso me parecía a mi) siempre te estaré agradecida Baudolino"

Por "las recetas de mi suegra" conseguí una amistad que perdurará en el tiempo...

Y no se, si ahora este nuevo jueguecito del dominó (reacción en cadena) me convence mucho, con todo lo que tengo que agradecerles a los libros....

Lo que me resulta más interesante es esa interacción de fuerzas... su utilización práctica.