Y YO CAÍ...

El pasado lunes me encontraba yo en uno de esos templos del consumo conocidos como hipermercados. Iba yo distraída cuando, al doblar un pasillo, los vi:





-¡¡Miiiiraaaaaa!!!! nos dijimos mi hermano y yo el uno al otro. Ahí estaban, con ese color dorado, esas letras blancas, ese gato. Se nos vino la infancia, las tardes después del colegio, recuerdos, en una palabra.

Si no sabíais de esta reedición probablemente algunos de los que leéis ahora esto estaréis diciendo ahora algo parecido.

Quienes venden saben bien qué vender. Los recuerdos de los que nacimos hace unos añitos venden, se supone que somos gentes que ya nos ganamos nuestros dinerillos (pocos o muchos) y que, en algunos casos, tenemos vástagos a los que regalar cosas que nos recuerden nuestra propia niñez. Todo eso lo sé, pero aún así me temo que, en cuanto los encuentre en una librería, me compraré algún ejemplar y me iré canturreando:

"Y yo caí, enamorado de la moda juvenil..."

Para los que os interese, aunque ya lo sabréis, son de Bruguera.