miércoles, 7 de julio de 2021

La madre en familia con fuerzas especiales

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Al anotar en esta temporada algo más espaciadamente, se acumulan las lecturas y, en la mente, cada una pugna por ser la elegida para aparecer en la bitácora. Hoy emergen dos con fuerza singular: Nada se opone a la noche de Delphine de Vigan y Fuerzas especiales de Diamela Eltit. De Francia a Chile. Ambas muy dispares en el contenido y la forma.

Delphine de Vigan (1966) es una autora premiada, que está en boga. No es infrecuente que las amistades nos recomienden alguna de sus últimas novelas –Las lealtades, Las gratitudes– o que las encontremos en escaparates y mesas de novedades de las bibliotecas. Una autora que se hace a la escritura desde la experiencia familiar, sobre la que narra. Nada se opone a la noche (2011) –frase de la canción Osez Joséphine de Alain Bashung y Jean Fauque– es la inmersión en el mundo hogareño en el intento por describir la figura de su madre, Lucile, poco tiempo después de que esta se suicidara (tras saber que no superaría el cáncer). Una familia amplia, alegre, patriarcal, matriarcal, sobresaltada por incidentes dolorosos e irremediables que esculpen a quienes la forman.

Hay quienes sostienen que este tipo de libros solo sirven (de terapia) para quienes los escriben. Hay quienes sostienen que este libro les toca, les despierta sucesos claves dormidos, les ayuda a comprenderse y comprender a sus deudos. Es la escritura.

La chilena Diamela Eltit (1949) transita por las formas en Fuerzas especiales (2015), ya desde el título, que remite a la policía y ejército de la dictadura así como a la vitalidad que se necesita para sobrevivir en zonas marginales sometidas a represión y control. La literatura en español de América suele ser más arriesgada que la europea. Capítulos sin separaciones. Prosa encadenada. Expresiones del absurdo. Le ocurre lo que al arte. Exprimirlo es cuestión de práctica. Una vez que la tienes, es una droga. La necesitas.

Salud