La expulsión de los judíos de España (1492), originó una diáspora que, en el inicio de la segunda guerra mundial, contaba con tres focos principales: Los Balcanes, Turquía y América. La lengua judeo-española gozaba de excelente salud, contabilizándose en los últimos sesenta años −1870-1930− más de trescientos periódicos, los cuales eran leídos por una población estimada entre doscientos setenta mil y cuatrocientos cincuenta mil sefardíes. Igualmente, se iniciaba con fuerza la producción novelística escrita, a la que se sumaban la teatral y poética, ambas con facturas innovadoras en estética.
Pero llegó la debacle. Los campos de concentración y los progromos se llevaron por delante casi un noventa por ciento de integrantes de esta colectivo. El judeo-español, al igual que el yiddish, sufrieron una paralización difícil de superar. No obstante, en aquellos momentos de degradación, la lengua materna sirvió para que muchos se reconocieran y ayudaran. Sirvió, además, para proporcionales palabras de consuelo. La vesania de la gente carcelera llevaba a sortear las cucharadas extra de sopa para quien realizara algún acto que cayera en gracia a la raza superior; entre ello se encontraba el cantar canciones que, por el motivo que fuera, les gustasen. Es así que los sefardíes echaban mano del rico acervo cultural medieval del que disponían.
Entre las canciones de los tiempos de alambradas destacó la cantiga Arvoles yoran por luvyas, que se convirtió en una especie de himno consolador:
Arvoles yoran por luvyas
I muntanyas por ayres
Ansi yoran los mis ojos
Por ti, kerida amante
Torno i digo: ke va ser de mi?
En tierras ajenas yo me vo murir
Enfrente de mi ay un andjelo
Kon sus ojos me mira
Yorar kero i no puedo
Mi korason suspira
Torno i digo: ke va ser de mi?
En tierras ajenas yo me vo murir
(Los árboles lloran por la lluvia / y las montañas por los aires / así lloran mis ojos por ti, querida amada / vuelvo y me digo: ¿qué va a ser de mí? / en tierras ajenas me voy a morir / enfrente de mi ay un ángel / con sus ojos me mira / quiero llorar y no puedo / mi corazón suspira / vuelvo y me digo: ¿qué va a ser de mi? / en tierras ajenas me voy a morir).
¿Qué va a ser de mi?