En este final de mes pensaba en las diferencias (posibles) entre los relatos de ficción y los autobiográficos. En principio me parecía que una de ellas sería el que en los primeros se hallan uno o dos puntos centrales hacia los que se dirige y de los que surge la acción. Pero no lo tengo tan claro al detenerme en la narración que estoy leyendo, en la que las razones vitales y las razones literarias –estilísticas, incluso– se entremezclan y pierde sentido establecer disparidades.
«Escribir sobre una persona
real y escribir sobre un personaje imaginario es, a fin de cuentas, lo mismo:
hay que sugerir lo máximo posible en la imaginación del lector con lo poco que
el lenguaje ofrece», afirma Emanuele Trevi (1964), autor de Dos vidas (2020), el libro en el que
Emanuele dibuja a dos amistades estrechas, Rocco Carbone (1962-2008) y Pia Pera
(1956-2016), a las que ha conocido en el trajín social de Roma. Durante años
forman un círculo frecuente, animado por el oficio escritor.
Pero Pia y Rocco mueren prematuramente. La primera, desbordante, traductora del Eugenio Oneguin de Puskin, creadora del relato femenino de Lolita, sumida en el jardín, consumida por la enfermedad. A Rocco, «artista del desencanto», la muerte le busca en un accidente de moto; esa punta de aguja que estalla el globo de la vida, inopinadamente, sin que nadie la espere, que añade el calificativo de humana a la existencia.
Hay quienes escriben con
elegancia.
Acaso vivimos
Salud