jueves, 27 de diciembre de 2012

Palabras para bibliotecas (¿cerradas?)

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Se acerca Año Nuevo. En la política se dice que hay que hacer gestos. O sea, parecer que se mueve ficha, aunque no tenga beneficio alguno para la partida. Pero -como canta Cohen- tienen las fichas cargadas. Uno de estos gestos es reducir los servicios de bibliotecas: cerrar suscripciones de revistas, no adquirir libros, música o películas, dejar de contratar personal, cerrar bibliotecas y llevarlas a otras dependencias municipales (tal los centros cívicos)... Y un largo ecétera para salvar la poltrona: cambiarlo todo para que nada cambie.

Por ello, viene a cuento el poema de Valente:

No inutilmente

Contemplo yo a mi vez la diferencia

entre el hombre y su sueño de más vida,

la solidez gremial de la injusticia,

la candidez azul de las palabras.

No hemos llegado lejos, pues con razón me dices

que no son suficientes las palabras

para hacernos más libres.

Te respondo

que todavía no sabemos

hasta cuándo o hasta dónde

puede llegar una palabra,

quién la recogerá ni de qué boca

con suficiente fe

para darle su forma verdadera.

Haber llevado el fuego un solo instante

razón nos da de la esperanza.

Pues más allá de nuestro sueño

las palabras, que no nos pertenecen,

se asocian como nubes

que un día el viento precipita

sobre la tierra

para cambiar, no inútilmente, el mundo.

¡Ánimo y Feliz Año Nuevo!

viernes, 21 de diciembre de 2012

Suerte blanca

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Son muy numerosos los relatos sobre la suerte, buena o mala. No es de extrañar, pues está presente en muchos de los momentos de la vida. Incluso, decide alguna de las direcciones que tomamos en nuestro devenir. Quienes analizan las posibilidades que tenemos de acertar ante una ruleta, coinciden en señalar que un tanto por ciento (no muy elevado) está en manos de la suerte.

Algo inesperado llega a nuestra vida. Hay quien lo considera un golpe de fortuna, pero es el tiempo el que se encarga de mostrar si lo es o no lo es. Uno de los cuentos más citados sobre ello es el anónimo del caballo y el campesino. Se dice que es sufí, taoísta, chino…

«Había un granjero al que sus paisanos consideraban afortunado por tener un caballo que utilizaba para labrar y transportar la cosecha. Pero un día el caballo se escapó. La noticia corrió pronto por el pueblo, al llegar la noche, los vecinos fueron a consolarlo por aquella grave pérdida: “¡Qué mala suerte has tenido!”. La respuesta del granjero fue un sencillo “puede ser”.

Pocos días después, el caballo regresó trayendo consigo tres yeguas que había encontrado en las montañas. Enterados los aldeanos, acudieron de nuevo, para darle la enhorabuena y comentarle su buena suerte, a lo que él volvió a contestar: “puede ser”.

Días más adelante, el hijo del granjero trató de domar a una de las yeguas, pero está lo arrojó al suelo y el joven se rompió una pierna. Los vecinos visitaron al herido y lamentaron su mala suerte; el padre respondió otra vez: “puede ser”.

Meses más tarde, aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Por la tarde, los aldeanos que habían despedido a sus hijos se reunieron en la taberna y comentaron la buena estrella del granjero, más este, contesto nuevamente: “puede ser”».

Sonríe, es la suerte.

[la fotografía de la planta es del blog lucamaluy; la de los caballos de vientosdolo].

lunes, 17 de diciembre de 2012

Infierno prometido

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«El cafishio saludó cortésmente al dueño de la cabaña y, agachando ligeramente la cabeza, entró. La mujer estaba detrás de la mesa de tablas con un recipiente humeante. El cabello apenas dejaba el rostro al descubierto. Al fondo, semi en penumbra, se dibujaban las siluetas de unas criaturas junto a la lumbre macilenta. Él no se quitó el abrigo, que mantuvo con los botones desabrochados, dejando ver la pulcra camisa y el traje bien planchado.

―¿Un té? –ofreció el dueño, con ojos expectantes, mientras mostraba una silla en el lado de la mesa donde había una taza de porcelana algo desconchada y un trozo de bizcocho.

―Gracias. El viaje desde Plov es algo fatigoso –dijo el recién llegado, que tomó su tiempo en tragar el brebaje y sacar un blanco pañuelo con el que limpiarse los labios–. Ya le habrán dicho. Emigré hace unos años a Argentina. He hecho fortuna y vuelvo a Polonia en busca de una mujer judía para convertirla en mi esposa. Y, según tengo entendido, por su virtud, esa puede ser Ruchla.

―¡Pero Ruchla es muy joven, señor! –saltó la mujer–, creíamos que se interesaba por la mayor, por Sara. –Pronto se arrepintió de haber hablado, al recibir la mirada que le dirigía su marido.

―¡Oh, siento que se haya producido este malentendido! Si ese es su deseo, no les molesto más.

[…]

Un mes después, Luba subía al barco en Le Havre. Ya amainaban las lágrimas que le produjo la noticia, dejar el pueblo, sus hermanos. Eran cuarenta y cinco. No verían a sus maridos hasta llegar a América, les dijeron. Entretanto, quedaba tiempo para comer en abundancia, dormir plácidamente y contemplar las estrellas. A la llegada a Buenos Aires les esperaban unos carruajes que las condujeron al hotel ¡en el que tenían habitación propia!

Allí podrían hacer vida de sociedad y conocer a un hombre cada diez o quince minutos…»

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Es el modo en que operaba la mafia Varsovia en Buenos Aires durante las primeras décadas del siglo veinte. Después se llamaron Zwi Migdal. Organización judía dedicada a la prostitución. No diferente de las italianas, españolas o alemanas. Pero de un potencial que llegó a contar con más de 400 “empleados”, montar unos 2.000 burdeles y controlar unas 4.000 mujeres. Beneficios millonarios con los que construir sinagogas propias, hoteles, y hasta un cementerio, pues la comunidad judía luchó contra ellos con ahínco y los estigmatizó.

Numerosos libros se hacen eco de su existencia. El último de ellos, de Elsa Drucaroff, El infierno prometido (2006, El Aleph, 2010) donde la protagonista escapa de este mundo con un anarquista. Pero también puede leerse (no diremos que con placer) el de Albert Londres, El camino de Buenos Aires (1927) o el de Myrtha Schalom, La polaca (2003), novela sobre Raquel Liberman (la mujer que denunció a la mafia) o el del comisario Julio Alsogaray, Trilogía de la trata de blancas (1933), salpicado de antisemitismo sin fundamento.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Victoria mortal. Boudica

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El cine ‒La reina de la guerra, 2003‒ y la literatura refieren las hazañas de Boudica, la reina del pueblo británico de Icenos (hacia Norfolk) que en los años sesenta de nuestro siglo primero lidera una importante rebelión contra los romanos, la cual termina con sangrienta derrota en la batalla de Watling. El historiador romano Tácito en sus Anales y el historiador griego Casio Dio en Historia de Roma dan cuenta de los hechos, a su manera (podíamos decir hoy, a la manera nacionalista). El asunto es que en Roma era costumbre, entre las clases pudientes, realizar lecturas entre plato y plato durante los banquetes, de lo que se encargaban los epitomadores, los que eligen los textos, los cuales gustaban de que tuvieran retórica.

Uno de estos celebrados epítomes es el supuesto discurso o arenga que Tácito atribuye al gobernador Suetonio Paulino antes de la decisiva batalla:

«Ignorad el alboroto de esos bárbaros y sus huecas amenazas, hay más mujeres que hombres en sus filas. No son soldados, ni están debidamente equipados, los hemos vencido antes y cuando vean nuestras armas y nuestro valor, se desmoronarán… ¡Qué gloria os espera! Nuestra pequeña fama obtendrá el reconocimiento de todo el ejército; manteneos juntos; arrojad las jabalinas, cargad con vuestros escudos, rematadlos con vuestras espadas, olvidaos del botín, arremeted y ganad y lo tendréis en abundancia».

Nada probable que fuera algo tan extenso. Lo que sí es cierto es que la masacre fue casi total. Boudica parece que se suicidó para no ser hecha prisionera. Significa Victoria.

viernes, 7 de diciembre de 2012

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¿Por qué aprendemos a leer y a escribir? Ello nos supone considerable esfuerzo. ¿No podíamos desarrollan una civilización basada en formas de conocimiento más sencillas?

Alguna de las posibles respuestas las hallamos en las situaciones en las que la enseñanza se hace por maestros ambulantes. Ha sucedido en España hasta hace pocas décadas. Se produce en zonas bastante dejadas de la mano de los gobiernos, especialmente en ambientes rurales, habituados al trabajo en el campo de sol a sol, pero en el que muchos de sus habitantes tienen ansias de conocimiento y, en especial, pretenden dotar a su descendencia de medios con los que poder ganarse la vida con mayores garantías que lo que han dispuesto ellos.

Es así que nos agradan los sitios en internet en los que se nos ofrece información sobre estas singulares experiencias. De ahí que celebramos el montado sobre el área de Tarifa, lugar dejado para actividades militares, donde el señoritismo ha sido dueño de vidas y destinos. Beatriz Díaz Martínez nos adentra en un mundo que tiene muchas de las respuestas a preguntas que nos hacemos durante la vida.

[La imagen es del texto La triste realidad, de Feliciana Rodríguez, presente en el sitio de Tarifa]

lunes, 3 de diciembre de 2012

Desacuerdos. Amor en el tiempo

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Hay personas con las que estamos en desacuerdos profundos y que, al tiempo, nos producen una corriente de simpatía hacia ellas. Nos resultan cálidas y atractivas. Pensamiento y sentimiento. Dos realidades que no siempre caminan juntas en nuestro interior. Y en nuestro exterior, claro. Bien lo vemos todos los días, por ejemplo, al convencernos de la corrupción en nuestra clase política y, no obstante, acudimos a las urnas como si nada. O al quedar demostrado que el dinero va a las esferas financieras y, sin embargo, dejamos que continúen los deshaucios.

Una de las personas que (en mi caso) da cobijo a esta contradicción es Ernesto Cardenal. Ni su posición marxista ni su posición cristiana terminan de llenarme, pero desde hace muchos años leo con fruición sus epigramas (Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña […] Me contaron que estabas enamorada de otro / y entonces me fui a mi cuarto / y escribí este artículo contra el gobierno / por el que estoy preso) (Ella fue vendida / a Kelly & Martínez / Cía Ltda., // y muchos le enviarán / regalos de plata. // Y otros le enviarán / regalos de electroplata, // y su antiguo enamorado / le envía este epigrama.) y sus salmos (Escucha mi protesta / porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores / ni partidario de su política / ni te influencia la propaganda / ni estás en sociedad con el gánster) y su epitafio para Joaquín Pasos (Aquí pasaba a pie por estas calles, sin empleo ni puesto / y sin un peso) y la oración por Marylin Monroe (Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia) y…

Y yo soñaba, incluso, con el viaje a las islas del hospedaje, a Solentiname, antes de que se llenara de artistas, cuando los tiburones todavía daban miedo y se leían estrofas del evangelio de Cardenal.