El cine ‒La reina de la guerra, 2003‒ y la literatura refieren las hazañas de Boudica, la reina del pueblo británico de Icenos (hacia Norfolk) que en los años sesenta de nuestro siglo primero lidera una importante rebelión contra los romanos, la cual termina con sangrienta derrota en la batalla de Watling. El historiador romano Tácito en sus Anales y el historiador griego Casio Dio en Historia de Roma dan cuenta de los hechos, a su manera (podíamos decir hoy, a la manera nacionalista). El asunto es que en Roma era costumbre, entre las clases pudientes, realizar lecturas entre plato y plato durante los banquetes, de lo que se encargaban los epitomadores, los que eligen los textos, los cuales gustaban de que tuvieran retórica.
Uno de estos celebrados epítomes es el supuesto discurso o arenga que Tácito atribuye al gobernador Suetonio Paulino antes de la decisiva batalla:
«Ignorad el alboroto de esos bárbaros y sus huecas amenazas, hay más mujeres que hombres en sus filas. No son soldados, ni están debidamente equipados, los hemos vencido antes y cuando vean nuestras armas y nuestro valor, se desmoronarán… ¡Qué gloria os espera! Nuestra pequeña fama obtendrá el reconocimiento de todo el ejército; manteneos juntos; arrojad las jabalinas, cargad con vuestros escudos, rematadlos con vuestras espadas, olvidaos del botín, arremeted y ganad y lo tendréis en abundancia».
Nada probable que fuera algo tan extenso. Lo que sí es cierto es que la masacre fue casi total. Boudica parece que se suicidó para no ser hecha prisionera. Significa Victoria.
La historia nos va zarandeando sin misericordia. Los que una vez se encontraron en la cúspide de la pirámide trófica de naciones, los superpredadores, después pasan a ser presas, como les pasa, ahora, a las naciones del meridiano europeo. En aquel entonces era la soberanía de las naciones derrotadas lo que las potencias imperialistas se comían, ahora lo que los países más poderosos toman de los pobres es la deuda soberana.
ResponderEliminarSí, ebge, y además del sinero se nos llevan el apellido soberana. No nos queda i el orgullo del hidalgo.
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