viernes, 7 de diciembre de 2012

¿Por qué aprendemos a leer y a escribir? Ello nos supone considerable esfuerzo. ¿No podíamos desarrollan una civilización basada en formas de conocimiento más sencillas?

Alguna de las posibles respuestas las hallamos en las situaciones en las que la enseñanza se hace por maestros ambulantes. Ha sucedido en España hasta hace pocas décadas. Se produce en zonas bastante dejadas de la mano de los gobiernos, especialmente en ambientes rurales, habituados al trabajo en el campo de sol a sol, pero en el que muchos de sus habitantes tienen ansias de conocimiento y, en especial, pretenden dotar a su descendencia de medios con los que poder ganarse la vida con mayores garantías que lo que han dispuesto ellos.

Es así que nos agradan los sitios en internet en los que se nos ofrece información sobre estas singulares experiencias. De ahí que celebramos el montado sobre el área de Tarifa, lugar dejado para actividades militares, donde el señoritismo ha sido dueño de vidas y destinos. Beatriz Díaz Martínez nos adentra en un mundo que tiene muchas de las respuestas a preguntas que nos hacemos durante la vida.

[La imagen es del texto La triste realidad, de Feliciana Rodríguez, presente en el sitio de Tarifa]

2 comentarios:

  1. Tenemos un tesoro los que hemos recibido educación. Lo tenemos tan formando parte de nosotros que no lo percibimos como patrimonio, pero lo es, y rico. Y encima es un patrimonio que no se gasta.

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  2. Ya lo creo, ebge, y eso que también es verdad aquello de educar equivale a domar, adiestrar, domesticar.

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