Mujer recolectando miel. Imagen de la Prehistoria. Las
abejas –diligentes elaboradoras de
dulzura, las llama Josep Roth– libando de las flores transforman su néctar
en miel que sustraemos y utilizamos de alimento. Al igual que la literatura. Las abejas en metáforas, en
poemas, en cuentos… Y La Recolectora es el nombre de uno de los clubes de
lectura de la Biblioteca Pública de Burgos, que este año ha tenido una
temporada más corta al esperar su inicio -allá por febrero- a la inauguración de la nueva sede. En
compensación a la brevedad, ha sido un tiempo intenso en el que se han
producido los encuentros con Jesús Carrasco y con Jesús Carazo.
Las lecturas del (medio) año han
sido las siguientes:
La piedra de la paciencia, de Atiq Rahimi
Los sufrimientos del joven Werther, de Johan W. Goethe
Intemperie, de Jesús
Carrasco
Verano y amor, de William Trevor
La cena, de Herman Koch
La boda del tío César, de Jesús
Carazo
La fórmula preferida del profesor, de Yoko Ogawa
En picado, de Nick Hornby
El tiempo y el espacio que
dedicamos a la lectura vinculante, al calor del fuego, en la Casa Redonda se ha
poblado con textos de:
Juan Antonio González Iglesias, Nosotros no dormimos en el lecho paterno
Ada Salas, Yo sé que tienes algo que decirme (mundo)
Edgar Lee Master, Francis Turner, Sarah Brown
El tiempo de las cerezas
Giorgos Seferis, Sueño
Jean Giono, Sor Clementina (Juan azul)
Nadia Anjuman, No tengo ganas de abrir la boca
Muñoz Molina, Sefarad
Osip Mandelstam, Yo he regresado a mi ciudad
Sánchez Rosillo, Un alto en el camino
Silvina Ocampo, Autobiografía
Albert Camus, El primer hombre
José Ángel Valente, No inútilmente
Katherine Mansfield, Vida de Ma Parker
Y así, tras un paseo por la orilla del Arlanzón, hemos llegado a finales de junio, teniendo
pendiente ese relato de verano para cuando nos veamos en septiembre, que
comenzará con «Y en lugar de la casta y orgullosa flor de lis llevaban la más
modesta de todas la flores: la violeta».