jueves, 23 de diciembre de 2021

El Tao del viajero (con Paul Theroux)

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Hace unos días me llegó un correo con la respuesta que había hecho el grupo de practicantes del I Ching Dao de cuál sería la postura correcta como sociedad para el 2022 ante el panorama de pandemia que padecemos. La contestación era el estudio del Hexagrama 6, “El conflicto” (cuyo enlace tengo pendiente de leer). Por aquello de las coincidencias, ocurre que estoy releyendo estos días El Tao del viajero (2011) y he asociado la filosofía de fondo entre estas dos actividades.

Paul Theroux (1941) es de sobra conocido como novelista y autor de libros de viajes. En El Tao del viajero (2011) reúne temas que aparecen en los textos de sus últimos cincuenta años y, además, integra a las personalidades viajeras que le han influido en su caminar, por lo que desgrana frases (en todos los capítulos) de las mismas. Aquí está la sabiduría viajera de Freya Starck, de Samuel Johnson, de Vladimir Nabokov, de Evelyn Waugh, de Mark Twain, de Francis Galton, de Robert Louis Stevenson, etc.

Tao o camino o método o doctrina de quien viaja, que lleva a una reflexión interna del recorrido de la vida. ¿Qué es más importante, tener mucho o necesitar poco? Sin duda, lo primordial es llevarse bien consigo mismo. El subtítulo es significativo: Enseñanzas de vidas en la carretera. «No puedes transitar el camino hasta haberte convertido tú mismo en el camino». El libro está plagado de consideraciones sobre la condición de viajero (y su contraposición, turista), sobre lo forastero, sobre los miedos y neurosis, o sobre el propio escritor como misántropo.

Desde El gran bazar del ferrocarril (1972), libro que le proporcionó reconocimiento general, Theroux ha encarnado la figura viajera solitaria, optimista, curiosa y también acomodaticia, lo que ha desgranado en su obra posterior, que ahora compendia en este Tao del viajero.

Salud

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Literatura soviética (Arrecife y ciencia ficción)

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Una parte notable de la crítica literaria y de la promoción editorial sobre la literatura soviética (o de países que han incluido esa catalogación política) pretende ver en las obras que publicita rasgos de la novela rusa clásica, es decir, de los autores conocidos desde el diecinueve –Tolstoi, Dostoievski, Turgueniev, etc.–. Encontrar parecidos con alguno de ellos es dotar de una posición ventajosa de salida a los relatos del presente.

El autor que nos ocupa, Alekséi Poliárinov (1986), es considerado el «unicornio de la literatura rusa actual» al fusionar características destacables de esta literatura con el ritmo y la intriga de parte de la literatura estadounidense. No en vano, por su primera novela, Centro de gravedad, se le ha comparado con Foster Wallace (del que es traductor al ruso) e, incluso, con Borges.

Arrecife (2020) es una obra sobre la memoria histórica –se basa en una manifestación obrera reprimida con muertos en 1962–, vivida por protagonistas actuales, que dejan al descubierto las fracturas generacionales: la de madres e hijas –Kira, Li y Tania–, y la del bloque soviético y la Rusia actual. Los secretos son la puerta de entrada de la violencia, la cual se alimenta del silencio. Pero, ¿hay solución a esas situaciones? ¿Es posible descubrir la verdad sobre lo sucedido? ¿Sirve para algo el investigarlo? En cualquier caso, la novela tiene ritmo y circulamos por sus 400 páginas con soltura.

Finalizamos este viaje al noreste con Stanislaw Lem (1921-2006, nacido en la parte polaca de la actual Ucrania) y su novela corta El profesor A. Donda. No suelo leer ciencia ficción, y menos si es apocalíptica, pero esta me resulta entretenida, siendo como es una farsa amarga sobre nuestra civilización, que aquí se somete al holocausto informativo y retoma la escritura en tabletas de arcilla a la puerta de la cueva de la que somos expulsados por los gorilas.

Salud