miércoles, 29 de abril de 2020

Incertidumbres (Mansfield y coronavirus)

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Hace cien años era frecuente la muerte inesperada. Katherine Mansfield (1888-1923) tuvo conciencia de ello cuando los síntomas de un catarro se alargaban demasiado y le diagnosticaron tuberculosis, allá por 1917; en su pañuelo quedaban rastros de sangre y, como es lógico, se asustó; recorrió Europa buscando remedio, pero no lo había. Dos años antes, su hermano Leslie había muerto en los campos de la guerra. Ambos hechos la deprimieron, pero dieron comienzo a su época creativa más fructífera y meritoria. Pietro Citati, el escritor italiano, ha elaborado una hermosa biografía de ella, La vida breve de Katherine Mansfiel (2106). Asegura que quienes la conocían terminaban por convencerse de que era una persona especial.
Frágil, sensible, inteligente, enferma…, pero rebelde a su manera ─con amante mujer y marido al tiempo─ y firme con las palabras para componer unos cuentos que han pasado a la historia de la literatura. Era ─dice Citati─ una «cerámica oriental» que las corrientes oceánicas habían traído a nuestras costas (pues ella nació en Nueva Zelanda). Sí, tuvo la fortuna de ser hija de una familia colonial de banqueros solventes. Pero ya no reparamos en ello cuando leemos Vida de Ma Parker, Felicidad, Fiesta en el jardín, La señora Brill… o bastantes de los 73 relatos que escribió (reunidos en cinco libros).
Wirginia Wolf anotó en su diario unas notas descarnadas el día de la muerte de Katherine. Por un lado, dejaba de existir la que consideraba su mayor rival literario ─"el único texto del que he sentido celos", dijo sobre Preludio─; por otro, dejaba de existir la lectora más valiosa de sus escritos, la que le hacía mantener la tensión que le hacía esforzarse por conseguir una obra acabada.

lunes, 20 de abril de 2020

La Caverna y el Coronavirus

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Hay personas a las que la Historia les ofrece, una vez en la vida, oportunidades insospechadas. Si las autoridades hubieran encarado a su tiempo la pandemia que nos penetra, alguien pasaría a los anales de la historia de España como gran estratega; se le recordaría por los años de los años. En cambio, ahora tienen que lidiar con medidas implementadas entre cifras de mareo, ni más ni menos de lo que haríamos cualquiera de los mortales a los que nos gobiernan. También los enjaularíamos para que la Innombrable no les alcanzara con la guadaña (aunque tengan la ventaja de contar con jardines en los que solazarse).
Un grupo de personas se halla encadenado adentro de la caverna. En la pared del fondo ven figuras que se mueven, y escuchan sonidos que no se sabe muy bien de dónde proceden. Son reflejos de quienes se mueven alrededor de la fogata de la entrada. Las sombras son la realidad. En esta temporada, nuestro lienzo, claro, no es la pared, sino las pantallas de los aparatos que abundan en los domicilios que habitamos: televisiones, smartphones, tabletas, ordenadores, etc. Por ahí pasa una notable parte de la realidad a la que accedemos. Cada cual la elige según sus creencias, gustos, inclinaciones, amistades, necesidades…
Es Platón que vuelve, según suele hacer, aunque sirviera al tirano y nos donara la esclavitud hacia las ideas. Ya sabemos que uno de los encadenados logró zafarse de los grilletes, salió a la luz del día y vio lo que había. Entusiasmado, volvió a la caverna y narró lo que sucedía. Pero… no le creyeron.
Aunque no hay que desesperar; tiempo después, inventamos la organización, los colectivos independientes (para traspasar las cuatro fases del mito).
Salud.

viernes, 10 de abril de 2020

Lo absurdo (coronavirus)

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La situación que vivimos abre varias vías de agua en nuestra civilización y en nuestras seguridades, que tanto una como otras se nos aparecen cada vez más frágiles. Es la vida. Sin más. Lo que ocurre es que lo olvidamos. O necesitamos olvidarlo para vivir. Paradojas. Por una de estas vías se cuela lo absurdo, esa cualidad que escapa a la razón y que en tantas ocasiones acompaña a nuestros actos.
El absurdo, precisamente, preside la novela Alguien bajo los párpados (2017) de Cristina Sánchez-Andrade (1968), escritora gallega que desde hace años está inmersa en ese mundo intangible del absurdo, y que ha sido galardonada en otras tierras, en especial, por Las inviernas (2014). Ciertamente, muestra un equilibrio entre ternura y ferocidad en su relato. Puede decir que cuenta con el ascendente de Cunqueiro, Castelao o Flannery O'Connor cuando hace rodar a sus personajes por las rúas de Santiago o los campos de sus alrededores.
La novela (o el esperpento) la concibió en Hawthornden Castle, residencia para escritores de Escocia, que le acogió durante un mes. Ambiente silencioso, rodeado de austeridad, entre vegetación exuberante, en el que no faltaban las veladas junto a la chimenea con el resto de escritores, deliciosas cenas y ausencia de internet iniciaron a la señora Olvido Fandiño y a Bruna, su criada, unidas desde años y años, en un viaje que finaliza en… El viaje del héroe. Lo sensorial. Familia no hay más que una, y única, ciertamente, no puede negarse después de haber leído (y buscado) alguien bajo los párpados.

viernes, 3 de abril de 2020

Ruta de la Seda (coronavirus)

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Es uno de los caminos míticos desde hace siglos, ya conocido en años anteriores a nuestra era (cuyo nombre nos dejó Richthofen en Viejas y nuevas aproximaciones a la Ruta de la Seda, de 1877). Desde China a Europa o África, pasando por Mongolia, Persia y Cercano Oriente. Lugares que había transitado la Ruta de Jade. Ciudades de cuentos y leyendas: Xi’an, Karakorum, Kashgar, Samarcanda, Cachemira, Tabriz, Astracán, Constantinopla… Las Etimologías de Isidoro de Sevilla, Los viajes de Marco Polo o los relatos de Ibn Battuta contribuyeron a tejer la maraña de cuentos y leyendas de los pueblos que habitaban a su vera (del que beben historias recientes como Seda de Baricco). Comerciantes, peregrinos, salteadores, monjes, ladrones, pilluelos... Importar piedras preciosas, marfil, cristal, perfumes, tintes o telas. Exportar seda, pieles, cerámica, porcelana, especias, jade, bronce, laca o hierro.
Comprar a bajo precio en China, vender a precios desorbitados en Europa; esa era la práctica de los mercaderes islamistas durante siglos, que tenían en la Ruta de la Seda su principal fuentes de ingresos, por lo que no dejaban que nadie se entrometiera en su recorrido. Tal vez, nos suene ello con lo realizado en estos tiempos por parte de la industria occidental, asentada en salarios de miseria; sin más, por alguna de las marcas conocidas de ropa en España. Eslabones de la Ruta de la Seda.
Cuando Estados Unidos entró en liza en la primera guerra mundial, estaba devolviendo a Europa las ayudas humanas y tecnológicas que había recibido; a cambio, se convirtió en líder; Nueva York fue eclipsando a París, Berlín o Londres. China fue primera potencia mundial durante siglos, hasta que la industrializada Europa –Inglaterra– encontró la forma de emplear la pólvora de una manera muy persuasiva. Desde entonces, China es utilizada por Occidente o sirve con sus macrogranjas para proveer de carne a Rusia. Ahora, con el coronavirus, puede estar cobrándose ese papel de sirviente y, tras la crisis, alzarse como líder.