Hace cien años era frecuente
la muerte inesperada. Katherine Mansfield (1888-1923) tuvo conciencia de ello
cuando los síntomas de un catarro se alargaban demasiado y le diagnosticaron
tuberculosis, allá por 1917; en su pañuelo quedaban rastros de sangre y, como
es lógico, se asustó; recorrió Europa buscando remedio, pero no lo había. Dos
años antes, su hermano Leslie había muerto en los campos de la guerra. Ambos
hechos la deprimieron, pero dieron comienzo a su época creativa más fructífera
y meritoria. Pietro Citati, el escritor italiano, ha elaborado una hermosa
biografía de ella, La vida breve de
Katherine Mansfiel (2106). Asegura que quienes la conocían terminaban por
convencerse de que era una persona especial.
Frágil, sensible,
inteligente, enferma…, pero rebelde a su manera ─con amante mujer y marido al
tiempo─ y firme con las palabras para componer unos cuentos que han pasado a la
historia de la literatura. Era ─dice Citati─ una «cerámica oriental» que las
corrientes oceánicas habían traído a nuestras costas (pues ella nació en Nueva
Zelanda). Sí, tuvo la fortuna de ser hija de una familia colonial de banqueros
solventes. Pero ya no reparamos en ello cuando leemos Vida de Ma Parker, Felicidad, Fiesta en el jardín, La señora Brill…
o bastantes de los 73 relatos que escribió (reunidos en cinco libros).
Wirginia Wolf anotó en
su diario unas notas descarnadas el día de la muerte de Katherine. Por un
lado, dejaba de existir la que consideraba su mayor rival literario ─"el único texto del que he sentido celos", dijo sobre Preludio─;
por otro, dejaba de existir la lectora más valiosa de sus escritos, la que le
hacía mantener la tensión que le hacía esforzarse por conseguir una obra
acabada.
Muy oportuna la entrada. Es cierto, las incertidumbres existían multiplicadas hace cien años.
ResponderEliminarY, por supuesto, Mansfield siempre viene a cuento.
Saludos.
Eso, parece, Anónimo.
EliminarEstoy de acuerdo en lo del cuento de Mansfield.
Saludos.
Incertidumbre y conciencia de la vida, eso que hoy perdemos entre tanto perifollo absurdo. Me gusta mucho Mansfield.
ResponderEliminarEn eso, compartimos gusto.
EliminarAdemás de en la incertidumbre y conciencia de la vida.
Abrazos.
No he leído nada de Mansfield pero, has despertado mi curiosidad Ignacio, cuando abran las bibliotecas miraré a ver que encuentro. Gracias
ResponderEliminarUn abrazo.
Casi puedo asegurarte, Conchi, que va a gustarte.
ResponderEliminarDifícil lo contrario.
Abrazos.