En la canícula de esta temporada, cuando Sirio nos envía rayos abrasadores, he dato en caer en las llanuras de los hielos árticos por obra de Bérengère Cournut (1979) a través de las páginas de De piedra y hueso (2021, en traducción de Regina López Muñoz). Una inmersión en Beringia en la compañía de Ursulariq, mujer con planta de oso y de armiño.
Hacía tiempo que no me
aparecían momentos literarios tan claros como los que he sentido en este libro.
Esos en los que los símbolos empleados, los recursos verbales de texto se
conjugan para enviarte palabras dirigidas a ti; «no tengo intención de contar
embustes a las mujeres. Ni a ellas ni a ti», dice Ursulariq en una situación
dada –¿o es Bérengère la que habla?–. Tal vez lo dice la Naturaleza, los
animales, las plantas, los frutos que acompañan y alimentan a las “familias”
que pululan por la banquisa en unos ciclos continuos de alimentos, hambre, vida
y muerte.
Es la adolescente, mujer madura, anciana, muerta habitante del mundo subterráneo, que vive en contacto con prácticas chamánicas. «A menudo he claudicado. Ante el tiempo que pasa y el tiempo que hace. A menudo he ocultado mi identidad de chamana. Ya porque otros bastaban para la tarea, ya porque estaba cansada de combatir. A veces los espíritus me han dejado sola, desatendida, abandonada. Yo esperaba. Esperaba mucho tiempo. Y, cada vez, ellos regresaban. Hasta el día en que se me llevaron».
Tal vez se nos han llevado.
Salud.