La ficción, la autoficción
literaria se arropa en maneras de narrar, artificios formales que la hacen creíble,
al tiempo que la revalorizan. Es lo que ensaya la escritora neoyorquina Sigrid
Nunez (1951) en El amigo (2018),
relato dirigido al amigo amante muerto, más propiamente, suicidado, lo que
permite a la autora disgresiones variadas en torno al asunto, pobladas de
erudición en muchas de las ocasiones en que lo hace.
La escritura ─tan
omnipresente en quien escribe; ¿recuerdo alguna novela en la que no se hable de
ello?─ también es uno de los temas de este libro que transita sin esfuerzo de
lo vivido a lo sentido e imaginado. Casualmente, se conecta con la anotación
anterior de esta bitácora ─caminar, también aquí aparece Kundera─, pues el
destinatario de los monólogos, en vida, fue profesor escritor y repetía «si no
puedo caminar, no puedo escribir»; el ritmo, alma de todo relato, lo adquiría
cuando había dado un paseo satisfactorio. Plantea la autora, además, el sentido
de la escritura al presentarla como la posibilidad de dar voz a quienes no la
tienen, tal como hace la premio nobel Svetlana Alexievich.
Pero no olvidemos al
personaje central de la novela: Apollo, el perro (enorme y artrítico gran danés)
que había pertenecido al amante mentor escritor y del que ahora se hace cargo
la narradora protagonista. Aquí está el fondo del relato: la amistad que se
establece entre ella y él, que, cargado de años, va dando signos de
decaimiento, lo que mantiene alerta a ambos.
¿Es novela?, ¿diario
íntimo?, ¿dietario?, ¿ensayo? Para qué clasificarla. En todo caso, una
narración hermosa y comedida que ilustra y hace reflexionar.