domingo, 20 de mayo de 2012

Poesía pública

Hace un tiempo, la Bibliotecaria me habló de su amiga Ana. En aquella ocasión lo hacía con esa manera tan suya de contar que parece que se adorna con las cualidades o vive las aventuras de otras personas, máxime si apuntan algún tipo de extravagancia. Yo la dejé que se extendiera a gusto; si bien pensé que dicha Ana tendría que ser alguien singular (ya que −¡eso, sí!− la Bibliotecaria no suele exagerar en lo que dice).

Hace unos días, le hablaba yo de los poemarios La alambrada de mi boca y Alfabeto de cicatrices (editadas por Baile del Sol); de las bitácoras El alma disponible y (la colectiva) Cultura indigente. «¡Pero si son de Ana!», me dijo, y entonces caí en aquella (para mí) intrigante mujer, de la que había imaginado cualidades y aventuras contadas. Efectivamente, Ana Pérez Cañamares, poeta y narradora a la que leo con cierta frecuencia, escribe allí atinadamente palabras públicas.

Hijo mío

Que soy libre, me dicen.

Pero si quisiera tener otro hijo

tendría que llevarlo al Banco de la esquina

porque suya es mi casa.

Mi niño llamaría padre al director

y madre a la cajera

aprendería a andar con una silla de oficinista

dormiría en un cajón del archivador

y yo solo sería un pariente lejano

que le sonreiría desde mi puesto en la cola.

Me pasaría de vez en cuando con la excusa de ampliar la hipoteca

solo para ver qué tal me lo crían

cómo le afecta el aire acondicionado

si sabe poner un fax

y si el director le regala un juego de sartenes

por su cumpleaños.

6 comentarios:

  1. Ingenioso texto el de Ana, me pasaré por sus bitácoras a ver qué tal.

    Un abrazo Lavela.

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  2. Mi niño llamaría padre al director...
    Una oportunidad de condonación por nepotismo.
    Los desahucios son una de las caras terribles de este poliédrico naufragio que nos está tocando vivir.

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  3. Hola!
    Gratamente (muy) sorprendida e intrigada...
    Abrazos!

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  4. Creo que merece la pena, Elena, callejear por allí.

    Un abrazo para ti.

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  5. Fíjate, ebge, si tuviéramos que vislumbrar ese nepotismo para nuestra descendencia.

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  6. Saludos, Ana, por la visita a nuestra bitácora.

    Ya ves que te tratamos con deferencia, ¿no?

    Abrazos para ti.

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