miércoles, 7 de noviembre de 2012

¿Es revolucionaria la resignación?

La escritura es fruto, en múltiples ocasiones, bien de la pasión bien de la casualidad. Estos son dos de los motivos que impulsaron al mexicano Octavio Paz (1914-1998) a elegir los poemas que traduce al español. La gran capacidad de este literato (tan vivo) no se manifiesta solo en la propia creación, sino que se extiende a campos tan exigentes como este de recrear en otro idioma, máxime tratándose de la poesía (con obras tan concentradas). En 1973 dio a luz un libro con parte de lo realizado hasta entonces, que lleva por título Versiones y diversiones, el cual ha sido actualizado y completado en la edición de Galaxia Gutenberg en el año 2000 (imprescindible para quienes gusten y degusten con esta música). Es tal la amplitud que presenta, que hay quien la considera una antología de la poesía terrestre.

Si traduce a Pessoa o a Michaux por pasión, con otros poetas lo hace por casualidad, como le sucede con Harry Martinson (1904-1978), poeta sueco, también Nobel (compartido con Eyvind Johnson) como Octavio, tempranamente huérfano, cedido a familias de agricultores que lo explotan (y maltratan), hasta que se embarca y recorre mundo; experiencias que cuenta en Las ortigas florecen y El camino de la libertad [las dos traducidas]. Pero paremos aquí su periplo y leamos unos de los poemas traducidos por Paz:

La mejor solución

La resignación se encarga de arreglar casi todo:

poco a poco se forma una suave costumbre del dolor.

Eso acontece sin protestas y sin vivas.

Uno se esfuerza hacia arriba

y se acostumbra hacia abajo.

No son las revoluciones, sino las resignaciones

las que han permitido al hombre que viva,

si es que en realidad ha vivido.

Nadie, sin embargo, ha sobrevivido.

Es posible arreglar las jubilaciones,

pero las resignaciones se arreglan sin nadie.

Alivian poco a poco y sin cesar todas las instituciones

de las obligaciones y de las opiniones.

Y el ocaso, sonríe.

En los discursos públicos actuales, no tiene mucha cabida Martinson, pero en la vida privada cuenta con muchos seguidores.

4 comentarios:

  1. Pues sí. Es lo más barato, resignarse; mucho más que una jubilación. De hecho, podría convertirse en el nuevo ideal de vida del momento. Y eso sí arreglaría las jubilaciones de algunos, pues, además de la tercera acepción que figura en el DRAE ("paciencia en las adversidades" que es la que parece manejar el poema de Martinson), el diccionario ofrece otra, la primera, mucho menos inocua y más perversa.

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  2. Ya, ebge, la entrega voluntaria es la que nos lleva a Étienne de la Boétie.

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  3. La resignación no conoce el camino, la experiencia, que es la propia vida. Por tanto, se nutre de la ignorancia. Es inútil.
    Las personas resignadas, en un momento dado, pueden sobrevivir gracias a las que no lo son.

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  4. Visión interesante, Fernando. Y el ocaso sonríe.

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