martes, 29 de julio de 2014

Investigar en la inocencia

La de Yersin es una posición peligrosa, siempre ha querido lavarse las manos en política, ignorar la Historia y sus repugnantes festines. Es un individualista, como suelen serlo los altruistas. Sólo más tarde, a fuerza de tanto amar a los hombres, uno termina por convertirse en misántropo.
La figura despistada de las personas sabias nos ha sido transmitida como uno más de sus rasgos, de tal forma que nos viene a la cabeza su cabello alborotado o su vestimenta descuidada cuando imaginamos alguien embebido en sus investigaciones. (Existen sobrados casos de que no siempre es así, pero…). Al tiempo, la ingenuidad parece que sea también su compañía. Algo que, con frecuencia, se vuelve contra su actividad, ya que parece que les hace manipulables al entregarse a su actividad sin medir el alcance que otras personas pueden dar a sus descubrimientos. Así, alguien que no puede tolerar que se maltrate a un animal doméstico, es quien pone las bases para fabricar los gases con los que se fumigan pueblos habitados para conseguir que abandonen la tierra en la que viven, pues guarda en su vientre riquezas minerales.

La cita con la que comienza esta nuestra entrada de la salida de julio la tomamos del libro de Patrick Deville, Peste & Cólera (1914), atractiva biografía intelectual y cultural del físico y bacteriólogo Alexander Yersin (1863-1943), descubridor en 1894 del bacilo de la peste.

3 comentarios:

  1. UNA LECTURA INTERESANTE E INTELIGENTE. ME GUSTA. GRACIAS POR COMPARTIR.
    UN ABRAZO

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    Respuestas
    1. De nada. A mí si me resultan interesantes las biografías.

      Un saludo.

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  2. Vaya, un campeón contra las enfermedades. Seguro que para llegar al resultado por el que es famoso hubo de chupar un montón de horas de laboratorio. A veces extraemos de esta gente algo más que el fruto de su trabajo, y entonces nos sentimos perplejos.

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