Es fácil que, poco a poco, la persona oprimida deje de amar la vida, desee otra más placentera; y es aquí donde vienen algunas religiones a ofrecérsela (a prometérsela más allá). El poeta Rimbaud (1854-1891, al que en el instituto llamaban cochino santurrón) confesaba: «Yo soy esclavo del bautismo»; y, con ello, significaba el peso que llevaba en su interior, las orejeras que constreñían su pensamiento. De ahí que, con los años, pretendiera vivificarse a través de los sentidos. Por ello, su poesía está tan llena de imágenes vívidas, despiertas, cuyo fin es procurarle un conocimiento de sí mismo (y, por ende, de la realidad). La finalidad es el amor, el amor de aquí.Entre sus cartas figuran las escritas a Démery, conocida una de ellas como Carta del vidente, en la que manifiesta las dificultades de aprehender la realidad, que calificaba de rugosa, precisamente por el peso que en su vida tiene el cristianismo. Para él, una de las figuras en que se expresa esta religión es la Virgen María, prototipo de mujer idealizada, mediadora de las gracias, alejada de la realidad. A esta mujer divina, Rimbaud contrapone la figura de Juana María, comunera [Comuna de París, 1871], luchadora de una sociedad justa en la tierra, defensora con fusil en la barricada contra el ejército imperial [las 120 mujeres masacradas en Plaza Blanch], a cuyas manos dedica uno de sus poemas más emotivos:

Un tinte del populacho
las curte como un seno viejo
el dorso de sus manos es el lugar
que besa todo revolucionario altivo.
Maravillosas han palidecido
al gran sol de amor cargado
en bronce de ametralladoras
que cruzan el insurrecto París…
Volver a los diecisiete, después de vivir un siglo /
La ligera brisa que entraba por una de las ventanas que había quedado entreabierta en el lado sur de la biblioteca la estremeció ligeramente, y –perezosa– se acurrucó un poco más dentro del delicado organdí que la cubría en esa tibia noche de otoño».
El abuelo materno de Winétt −políglota y gramático− era irlandés; traducía a Safo y Ovidio; tenía un puesto técnico aceptable en las minas del norte de Chile (explotadas por capital extranjero). Él fue quien le inculcó a su nieta el amor a la literatura. En reciprocidad, ella lo recuerda en Oniromancia:
[Historias que nos cuenta María Inés Zaldívar en Winétt de Rokha, Fotografía en oscuro. Selección poética, Madrid, Colección Torremozas, 2008].