viernes, 10 de febrero de 2012

Temblor y rosa


Durante la vida de Isaac Newton (1624-1726) no se le conocieron relaciones amorosas ni carnales con mujer (o persona) alguna. Su dedicación a la Ciencia fue tal, que orilló cuestiones y vivencias que para los humanos algo más mortales nos resultan fundamentales. Solitario, escasamente hablador, no encontraba placer en el roce humano, y, sin embargo, pasaba días y noches jugando con las conchas que tenía en las manos –él imaginaba que el universo era un inmenso océano (desconocido), ante el que sus conocimientos solo le hacían gozar de unas sencillas conchas cogidas en la playa−. Pero, habremos de exclamar −como el Fausto− si no fue un dios quien escribió la capital Philosophiae naturalis principia mathematica (1687). Podemos decir que acercó la verdad a la belleza, expresadas ambas en fórmulas matemáticas que explican el comportamiento de la materia, lo cual nos abre el horizonte de la existencia.

Inmanuel Kant (1724-1804) consideraba los principios de Newton como irrefutables y en su Crítica de la razón pura (1781) intentó plasmarlos y extraer conclusiones de ello (deduciendo, por ejemplo, que el sistema solar procedía de una nebulosa); en su primera parte se ocupaba de la estética, esa filosofía de la belleza. Si bien apreciaba la compañía y era hablador, pasó casi diez años en aislamiento antes de que publicase la obra. Pero es que, además, al igual que a Newton, tampoco se le conocen relaciones amorosas. En su casa, solamente había un cuadro: un retrato de Rousseau. Se dice que, poco antes de morir, una mujer le ofreció una rosa y Kant se estremeció. Con frecuencia nos hemos preguntado si lo hizo por el gesto de mujer o porque sintió esa extraña emoción de la belleza (a la que se refería Huxley) ante la rosa.

De lo intrincado de la obra de Kant, se libra su estudio sobre Pedagogía (1803), que comienza con las palabras: El hombre es la única criatura que ha de ser educada. Recomendable.

7 comentarios:

  1. Gracias a Dios o a quien sea, la Humanidad se ha beneficiado de genios como los que citas que nos han hecho, y siguen haciendo, nuestra vida más fácil y entendible.

    Saludos.

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  2. Sí, es cierto, Elena. Tuvieron curiosidad y se atrevieron a plasmar sus obsesiones.

    Saludos para ti.

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  3. No sere yo quien se atreva a negar la gran aportación de estos dos personajes, pero en cuanto a lo afectivo, no me lo creo. Todos necesitamos mimos de vez en cuando y sobre todo ¿a quién no le gusta una flor?

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  4. Seguro que lo que pensaron y escribieron estos grandes intelectuales nacía de una pasión absolutamente humana.
    Quizá Kant escribiera de forma oscura y espesa, pero a veces lo lírico le podía. Así, en la introducción del libro que citas, habla del entendimiento que, yendo más allá de la experiencia, se apoya en las ideas para ampliar conocimiento. Y lo explica en estos términos: “La paloma ligera que hiende en su libre vuelo los aires, percibiendo su resistencia, podría forjarse la representación de que volaría mucho mejor en el vacío”. (http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/K/Kant,%20Inmanuel%20-%20Critica%20a%20la%20razon%20pura.pdf)
    Gracias por la recomendación.

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  5. Bueno, Ayla, se ve que hay gente para todo.

    Aunque, en eso de los mimos, seguro que tienes razón. Tendrás que pasar a la Historia.

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  6. Es verdad, ebge, lo que comentas. Los escritos de Kant son una confluencia feliz de ciencia, lirismo y pensamiento.

    Además, fue profesor durante muchos años en la Universidad de Könisberg (apenas salió de allí durante todas su vida) y sus clases gozaban de atractivo.

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  7. A mí también se me hace raro eso de que no se relacionaran mucho pero siempre hay perros verdes en todas partes, aunque mi lema es que siempre hay "un roto para un descosido".
    Aunque esto no quita para que fueran unos genios, eso es indiscutible

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