miércoles, 24 de septiembre de 2014

China, ese país... en la escritura de Mai Jia

«Oriente es Oriente y Occidente es Occidente», expresa el dicho popular. Parece que solo por conquista o por colonización aumenta o disminuye el nivel del fluido de cada uno cuando están juntos. O en la literatura. La escritura de la mente matemática de Mai Jia (Jiang Benhu) no desorienta nuestras costumbres lectoras, si bien muestra un singular juego de voces en el desarrollo de El don (traducido en 2014), al que hemos llegado por casualidad.
[El profesor Jan Liseiwichz] delante de sus discípulos, de pie sobre su plataforma, parecía un poeta, o tal vez un general.
[El alumno Rong Jinzhen lograba desconcertarlo, ya que] a menudo los cálculos demuestran ser un método muy torpe para determinar el futuro, porque hacen pasar lo posible por imposible. Con frecuencia, las personas no se comportan con la pulcritud de los números. Pueden hacer que lo imposible se vuelva posible y que la tierra se convierta en cielo, lo que significa que, en realidad, la distancia entre la tierra y el cielo no es insalvable.
Y casi todo parece inmenso por allá. Mai Jia (que ha sido militar) pasa tres años en el Tíbet, durante los cuales lee un único libro. Después, comienza a escribir este Decoded en julio de 1991, en Pekín, y lo termina en agosto de 2002, en Chengdu. «Durante dos años pasé todas mis vacaciones en los trenes del sur de China, recorriendo el país para entrevistar a los cincuenta y un testigos, de edad media o avanzada, que habían presenciado los acontecimientos de esta historia». Después viene el éxito de ventas y, con sus posteriores novelas, supera los cinco millones de ejemplares. ¿Cómo medir algo así, cuando aquí el vender trescientos ya es motivo de notable orgullo?

Jinzhen se casa con Di Li a los tres días de conocerse, pues ella lo ama como ama a su patria. Apenas unos días después, él ya no aparece por casa y vive en un edificio cercano. Pero ella abriga la esperanza de que él albergue amor en algún espacio de su cuerpo. Así, Mai Jia le hace escribir en su libreta un pasaje del Cantar de los Cantares: «Levántate, viento del norte; ven tú también, viento del sur; soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado al jardín y coma de su dulce fruta».

10 comentarios:

  1. Son fascinantes la filosofía y literatura china... ese contacto permanente con la naturaleza. Lástima que el capitalismo echa a perder todo, ha ido cambiando demasiado el estilo de vida, no tan "para bien"
    Un abrazo.

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    1. Estoy de acuerdo, Sara. Todo cambia con el modelo ecocómico basado en el crecimiento sin techo, del que una notable parte acaparan entre pocas personas.

      Un abrazo.

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  2. Cuanto tiempo sin visitarte!!! Estas vacaciones, ayayayyaayyayayyyyyy

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  3. ¿El cantar de los cantares? Pues parece entonces que el amor y la expresión del mismo no conoce de fronteras políticas, ni siquiera culturales.

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  4. Interesante entrada. De vez en cuando me gusta leer literatura oriental, y este libro llama la atención. Y mas con todos esos millones vendidos, que buena recomendación. =)
    Saludos

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  5. Creo que desgraciadamente la frontera Oriente-Occidente es cada díae más difusa, más sutil. El capitalismo todo lo arrasa y unifica...
    Besines,

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    1. Qué razón llevas, Carmen. Pero no encontramos la fórmula de que cada cual sea sí mismo y que viva bien.

      Besos.

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