¿Saben? El arte es algo artificial, como la religión y la filosofía […] un timo. El ajedrez, en cambio, es la batalla. Se le tiene por deporte. Un brutal deporte […] Si es algo, es lucha.
Así decía Duchamp a sus
amigos Octavio Paz, Truman Capote o Man Ray para provocarles cuando hablaban de
ajedrez. Ray, por su parte, opinaba que «el ajedrez es un juego en que se
desarrolla una inmensa actividad, pero que no deja huella alguna». Y Capote
tampoco veía la profundidad que el primero le atribuye. Pero son artistas
opinando sobre ajedrez. Nada más. Lo de Duchamp es distinto porque dejó
aparcado el arte durante unos años para dedicarse al estudio y al juego de los
escaques.
Otra mucha gente creativa ha
hecho algo parecido. En las Confesiones
de Rousseau puede leerse: «He vivido de mis pasiones, y mis pasiones me han
matado; pequeñeces, las cosas más pueriles del mundo, pero que me afectaban
como si se hubiese tratado de la posesión de Elena o del trono del universo».
Una de ellas era las conquistas femeninas ‒«cuando hube poseído una, mis
sentidos estuvieron tranquilos, pero mi corazón jamás»‒. Otra, la música ‒«menos
fogosa, pero no me dañaba menos por el ardor con que a ella me dedicaba, por el
tenaz estudio de las obras de Rameau, por mi obstinación de recargar mi memoria».
Y le llegó el turno al
ajedrez cuando, en 1736, el ginebrino Bagueret le enseñó a jugar. «Eso fue
bastante para que este juego absorbiese todo mi espíritu. Me proporcioné un
tablero y compré el Calabrois ‒conocido
manual de la época‒; me encerré en mi cuarto, en donde pasaba días y noches
empeñado en aprender de memoria todas las partidas». Para salir al cabo de tres
meses, «delgado, amarillo y atontado», y dirigirse al café donde se reunían
jugadores de ajedrez.
Chaplin, Lauren Bacall, Bogart
o Kubrick son personajes que aparecen en el libro de Hugo Vargas (al que nos
referimos en la anterior anotación): Fianchetto.
El ajedrez como una de las bellas artes (2015), aludiendo el título a un
estilo de juego del alfil.
Hola:
ResponderEliminarYO solía jugar al ajedrez de muy joven. No sé por qué luego lo dejé. Es un juego estupendo. Por cierto, me encanta la foto de Lauren Bacall :)
Besos
Bueno, Celia, a mi me sucede igual. Ya apenas juego. Aunque confieso que me pone algo nervioso.
ResponderEliminarEs cierto lo de la foto.
Abrazos.
Para mi, es un juego bastante complicado y absorbente, la verdad es que me gustaría aprender, pero creo que acabaría como Rousseau.
ResponderEliminarInteresante entrada.
Un abrazo.
En fin, Conchi, cualquier momento es apropiado para aprender a ajedrez. Seguro que te conviertes en una maestra.
EliminarUn abrazo.
Si Rousseau se tomó así el ajedrez, qué habría sido de él de haber topado con los videojuegos. Quijote, un juego de niños en comparación (teniendo en cuenta lo que son los videojuegos).
ResponderEliminarPues, fíjate, ebge, tal vez no le hubiera dado tiempo a escribir las confesiones.
EliminarMe encanta el ajedrez, durante una ´poca jugu´mucho (varias horas a diario), perdí a mis compañeros de juego al cambiar de curro... y casi he dejado de jugar. Una pena :)
ResponderEliminarYo habría dicho que el título era un homenaje de 'El asesinato considerado como una de las bellas artes', de Thomas de Quincey.
Siempre es factible encontrar lugares donde se juega al ajedrez (en las ciudades algo grandes).
EliminarSaludos
Preciosa reflexión sobre este juego. Te recomiendo encarecidamente el relato Novela de ajedrez, último escrito de Zweig en 1941, poco antes de su suicidio (enero de 1942). Fue publicado de forma póstuma en 1944 y es una crítica al nazismo y a los métodos “sutiles” de la Gestapo: la incomunicación y el aislamiento total. Y ahí el ajedrez es protagonista.
ResponderEliminarAbrazos!!
Gracias, U-topia. El juego merece la pena algo de detenimiento. Aunque a mí suele ponerme nervioso.
EliminarEs cierto lo que comentas de "Novela de ajedrez". Me gustó mucho cuando lo leí.
Abrazos.
El ajedrez es una arte, y hay que jugar muy bien para hacer de este deporte algo brillante.
ResponderEliminarYa lo creo, Karin. Poca gente es la elegida.
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