martes, 29 de octubre de 2019

Aves ante las fronteras


Cojo en la biblioteca del barrio Aves del paraíso (2019), de Luisa Etxenike (con ilustraciones de James Ellsworth), porque las guardas están llenas de golondrinas en vuelo, y porque muchas de sus páginas están ilustradas con aves diversas y tienen texto holgado, a veces de una sola línea («Pasa las páginas [de la guía] con cuidado», «Parece que ningún ave es de un solo color»). Parecía una distracción poética, pero nada de eso. La autora desarrolla una situación de vigilancia, de ambiente opresivo e incierto, que va ovillando hasta desembocar en un desenlace sorprendente.
Lo había cogido para quitar hierro a la lectura de Frontera, un viaje al borde de Europa (2017), de Kapka Kassobova (1973), nacida en Bulgaria y residente en las Highlands escocesas. Libro denso, que puede tomarse como reportaje narrativo, en el que la autora vuelve a su lugar de origen veinticinco años después de haberlo dejado y recorre la frontera que Bulgaria tiene con Grecia y Turquía, en la que ahora, a sus pobladores griegos, búlgaros, turcos gitanos, musulmanes de los Balcanes, se les une la ola de refugiados que huyen de Siria.
A pesar de su letra diminuta ─al contrario de las Aves─ y de sus más de cuatrocientas páginas ─al contrario del paraíso─, te sumerges sin mayor esfuerzo en la lectura de estas historias que se inician a lo largo de la Vía Póntica, y se van trasladando en dirección al oeste, hacia Ródope y la línea Metaxás, para retornar a la Tracia.
Se pueden ver, con los ojos de Kapka, los bosques de Strandja; escuchar los testimonios de quienes habitan estos lugares degradados tras el comunismo; o escuchar sus canciones ─«Nos atrapó una tormenta. Arrastrados y esparcidos en el mar. Nuestro reencuentro será al día siguiente de nuestra muerte. Envejecí esperando. Mis ojos se apagaron mi carne desapareció. Nuestro reencuentro será al día siguiente de nuestra muerte»─ en el transistor de un pastor de Capadocia.
La frontera es algo que llevas dentro sin saberlo.

8 comentarios:

  1. Las fronteras son tierras en las que nos encontramos perdidos.

    Saludos.

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    1. No sé por qué será, pero es cierto que transmiten incertidumbre.

      Saludos.

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  2. Acabo de volver de Grecia, me ha impresionado mucho Atenas por su pobreza, así que este libro me interesa.

    Un abrazo!!

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    1. La verdad que sí impresiona la pobreza de Atenas.

      Espero que te guste el libro.

      Abrazos.

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  3. (Nuestro reencuentro será al día siguiente de nuestra muerte) Leer esto produce escalofríos Ignacio, solo una vez me he encontrado como perdida en una frontera, cuando pasé de Jordania a Israel.

    Un abrazo.

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    1. Sí, Conchi, la verdad que produce escalofrios la frase, e incluso miedo. Nos remite a la no existencia.

      Abrazos.

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  4. Es muy interesante toda esta literatura que nos traes por aquí, de esas tierras de fronteras, donde antes habitaba el comunismo y más si están escritas por mujeres.

    Recuerdo, en esta época de bloques, esperar, tanto a la entrada, como a la salida, la frontera entre Austria y la antigua Checoslovaquía , interminable, insufrible y sin entender qué era lo que buscaban con aquel registro. Me recuerdo leyendo un libro de poesía de Francisco Brines "Ensayo de una despedida" y conociendo a este autor que no he dejado de leer. A veces las fronteras pueden servir para algo útil.
    Un abrazo.

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    1. Pues ya que existen las fronteras, parece acertada tu postura de sacar algo útil de ellas cuando se las sufre.

      No conocí aquellas fronteras de las que hablas, pero su sentido era el sinsentido, según parece.

      Abrazos.

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