Después de releer La familia de Pascual Duarte, podíamos
elaborar una entrada sobre esa mente distorsionada socialmente, pero el
escenario ha quedado algo desfasado en esta nuestra España (si bien el texto
continúa sorprendiendo con el ritmo y la música que consiguió Cela a sus 26
años, algo así como en un ejercicio literario que desbordó el pupitre). De ahí
que nos animemos más a volver la mirada al maldito de los malditos en la literatura:
el poeta François Villon (1431 / ¿?).
«Soy Francisco y el nombre
me duele, / nacido en Pontoise, cerca de París, / y balanceándose al cabo de la
cuerda / sentirá mi cuello lo que mi culo pesa». Muchacho “flaco y pelado como
nabo”, según él mismo se describe, estudia Letras en La Sorbonne, y vive la
vida golfa de la capital entre tabernas, meretrices y escándalos. En un lance
con un fraile, por un amor, le propina unas puñaladas y lo mata. El canónigo
Guillaume de Villon, su padrino, lo libera, pero é reincide en un robo con los
Coquillards, y huye; recorre Francia vendiendo sus poemas hasta ser arrestado,
por obra del obispo Thibaut, en Blois, en cuya cárcel compone su obra más
famosa: El testamento. Liberado y
vuelto a encarcelar repetidas veces, en noviembre de 1462 se le condena a ser
“colgado y estrangulado”, momentos en que compone Balada de los ahorcados (que aquí traemos); pero la suerte le soníe
de nuevo y es conmutado el 5 de enero de 1463 ─¿Reyes?─, con la promesa de no
volver a París en diez años. Ya no se sabe de él.
Apiadaos
de nosotros, hermanos.
Vednos aquí atados y colgados,
mordidos y podridos:
esqueletos ya en espera
de volverse polvo.
Nos empapa la lluvia,
nos seca y ennegrece el sol,
los cuervos nos sacan los ojos,
nos arrancan barba, pestañas y cejas,
nos dejan más picados que dedales,
y el viento sin cesar nos azota.
Hermanos, no es cosa de risa.
Rogad a Dios por nosotros,
y por vosotros también.
Vednos aquí atados y colgados,
mordidos y podridos:
esqueletos ya en espera
de volverse polvo.
Nos empapa la lluvia,
nos seca y ennegrece el sol,
los cuervos nos sacan los ojos,
nos arrancan barba, pestañas y cejas,
nos dejan más picados que dedales,
y el viento sin cesar nos azota.
Hermanos, no es cosa de risa.
Rogad a Dios por nosotros,
y por vosotros también.
Salud.
Hola Ignacio! De (Cela) solo he leído "La colmena, Viaje a la Alcarria y este que citas aquí", no es Cela uno de mis escritores favoritos. El poema de François Villon es muy macabro y descarnado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cela, ciertamente, tiene una parte de ejercicio literario que hace su escritura algo fría. En ese caso, es fácil no empatizar con ella.
EliminarLo de Villon es algo que transmitía desde su experiencia.
Abrazos.
Había leído a Villon hace tiempo. Efectivamente es descarnado, pero no podía ser de otra manera, pues su vida era la fuente de su poesía.
ResponderEliminarSaludos.
Tienes razón en ello. Tal vez es el literato más "sincero" en cuanto a la creación de contenidos de este tipo, pues, como dices, salen de él.
EliminarSaludos.
Pues a mí una de las novelas que más me ha gustado de Cela es precisamente esta de la "Familia de Pascual Duarte", al menos cuando la leí, hace ya, mucho tiempo. También he de decir que prefiero al Cela del principio de sus obras que al Cela del final. La de " Oficio de tinieblas 5, también me pareció muy complicada, pero muy interesante, su ritmo es brutal.
ResponderEliminarCreo que no he leído nada de Villon. Tendré que mirarlo, en especial porque sea su propia vida.
Besos
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar