Dicen que una pareja
contemplaba absorta las estrellas brillantes del cielo de julio. «Soy uno de
los primeros ─dijo uno─ que saben por qué resplandecen; se debe a las radiaciones
ocurridas en el núcleo de sus átomos de hidrógeno ionizados hace tiempo». La acompañante
se sintió algo decepcionada; hubiera preferido escuchar que unos delicados seres
alados estaban encendiendo velas allí durante la noche o que los astros emitían
unas señales parpadeantes en las que se hallaba un mensaje que deberían
interpretar antes del amanecer.
¿Acaso la verdad no es bella?
Leo en estos días Seis piezas fáciles. La
física explicada por un genio, reedición actual de la obra clásica que
Ricard P. Feynman (1918-1988) diera a la luz en 1963. No he estudiado ciencias
naturales, pero me gusta de vez en cuando sumergirme en alguno de sus libros,
aunque no entienda todo lo que explican. Pero me resulta hermoso, al igual que me sucede con la poesía cuando no la entiendo, por ejemplo la de Geoffrey Hill (1932-2016), recientemente editada reunida ─«Indeseable pudiste haber sido, intocable / no eras. Ni
olvidado / ni pasado por alto en el momento correcto […] / Septiembre engorda en
las viñas. Las rosas / se descascaran desde las paredes. El humo / de fuegos
inofensivos llega hasta mis ojos. / Esto es demasiado. Esto es más que
suficiente»─. No necesito inferir la secuencialidad.
Me fío. Sé que estoy en
lo alto del monte contemplando la extensión boscosa que se entiende por la
ladera, los meandros del río adivinado en el valle, el viento que golpea suave
en las mejillas, los colores diversos de la tarde, las mariposas blancas y
siena que aparecen y desaparecen, el milano a lo lejos, la gente que se afana
ahí en la cosecha, la gente que se mata allí en las favelas… Y alguien me lo
explica a su manera, con sus palabras, y yo sé que son verdaderas.
Precisamos de encuadres sistemáticos para analizar lo que nos rodea. Por ejemplo la clasificación de conocimiento científico, literario, artístico, geográfico, histórico, religioso, psicológico, social etc. Pero el mundo es la amalgama perfecta de todo esto. Cuando tú lees los libros de divulgación referentes a la astronomía, por ejemplo, no puedes evitar decir un GUAUUUU...porque eso es poesía pura. Creo que los que tienen sensibilidad van a ver maravillas en todo lo que observan con detenimiento, sin necesidad de ser científicos.
ResponderEliminarA proposito. te recomiendo los libros de divulgación científica de Isaac Asimov
Seguramente tienes razón, Alí, quienes tienen sensibilidad pueden ver la hermosura en todas las manifestaciones que la contienen.
EliminarGracias por Asimov.
Saludos.
No quiero irme sin colocarte el enlace a lo que escribí sobre Asimov en el 2016
ResponderEliminarhttp://tigrero-literario.blogspot.com/2016/07/las-leyes-de-la-robotica-y-algo-acerca_1.html
La Física, las Matemáticas y la Poesía...navegan y se activan en el mismo cuadrante del cerebro. Tengo gran admiración por las dos primeras ciencias, aunque, soy neófita en estas materias...pero hago poesía.
ResponderEliminarTampoco necesito entender explicaciones científicas porque me basta sentir el poema e inundarme de él.
Te sigo por blogger, si es posible.
Gracias, Ceciely, por seguir la bitácora.
EliminarTambién tengo admiración por la Física y las Matemáticas, aunque mi cultura está más cercana a la Poesía.
Saludos.
Matemáticas y física unidas a la poesía. Por qué no?
ResponderEliminarReconozco que la física no ha sido mi punto fuerte. Y hasta que descubrí que entendía la matemática la empecé a disfrutar.
Y la poesía siempre va conmigo a todas partes.
Muy interesante todo.
Saludos 😷
Es una suerte que la vida nos dé la oportunidad de adentrarnos en ciencias de las que no teníamos preparación, como en tu caso las Matemáticas.
ResponderEliminarLa Poesía es, sin duda, una excelente compañía.
Saludos.
Para mí la Poesía esta llena de Filosofía, Metafísica y también de Física, que a su vez, tiene mucho Filosofía y todas estas ciencias se retroalimentan entre sí.
ResponderEliminarBesod
Seguramente tienes sobrada razón, Ele. Las ciencias se retroalimentan más de lo que es capaz de percibir nuestra cabeza.
ResponderEliminarAbrazos.