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lunes, 2 de junio de 2014

Feria del Libro

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«Escribo en dos espacios –nos dice–. El primero es gozoso. Busco y reúno material que pueda servir para la historia que quiero elaborar. Es como sumergirte en la costa, en el agua turquesa atravesada por la luz, donde vas pasando junto a las rocas pobladas de coloridas algas, donde aparece una bandada de pececillos esquivos, donde te encuentras con los ojos de algo desconocido. Te dejas llevar por las invisibles corrientes que salen de lo profundo y, al tiempo, crees descubrir su sistema: su origen y su destino. Y llega el momento en que sientes que se va terminando el aire, que tienes que ascender para respirar, que tienes que ir enlazando todas esas imágenes, sucesos y sensaciones que suceden allí abajo para ti.
»Entonces entro en el segundo espacio. Este es doloroso. Solo con pensar en el volumen amontonado que espera ser puesto en orden, me nacen de diversas partes del cuerpo unas punzadas que me hacen inclinar hacia un lado y otro. Postergo el sentarme. Enciendo el portátil. Miro la hora. Lleno la lavadora como sea y la enciendo. Hasta que la Inconsciencia me sienta, me pone las manos en el teclado y van apareciendo en la pantalla palabras sin un destino específico, pero que sé que irán uniéndose hasta crear ese texto que busca terminar en unas hojas de papel.
»Después, un constante cambiar del gozo al dolor. Oasis en medio de ese trajín tan complicado que a veces resulta la vida. En ocasiones, descubrimiento de la pieza que encaja en el hueco que hace días quedó formado, y trae la explicación de lo que se creía inexplicable. Pocos momentos en la vida como estos de la iluminación; tal vez algunos del amor o de la revolución. Efímeros, pero… Encender el pabilo con mano temblorosa y dejar la palmatoria sobre la pila de documentos».

La Camarera y yo escuchamos absortas la inesperada explicación de quien la hace en la terraza, bajo los plátanos de primavera, ante las casetas de la Feria del Libro.

viernes, 24 de mayo de 2013

Feria del Libro

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"De todas las cosas materiales, de todos los cuerpos físicos, el libro es el objeto que le inspira a la persona una mayor confianza. Un libro colocado en el atril es comparable a una tela fijada sobre el bastidor". (Viaje a Armenia, “En torno a los naturalistas”).
Las golondrinas más valientes se atreven a salir en la fresca mañana de mayo. Los espinos blancos colorean cunetas y terraplenes. Osip Mandelstam (1891-1938) contempla el Ararat (situado en la zona turca) desde la Armenia soviética, a donde le envían en 1930 para ensalzar los logros del régimen comunista. Pero él no les baila el agua. Lo que aparece ante sus ojos son los exilios, las masacres, el lugar en el que se posó el Arca de Noé y que ahora está al otro lado de la frontera. Por ello, se acuerda del Pueblo del Libro, hermanado en la diáspora con el pueblo kurdo. Cuando publica en 1933 su percepción de las gentes de Armenia, ya vuelto a Moscú, cae en desgracia ante el stalinismo y su devenir se vuelve oscuro hasta desaparecer en el Gulag. Su escritura ya estaba tocada por la varita del genio.
“¿Qué importan los malos actos, los movimientos inútiles, las complicidades envenenadoras? ¡Hay que vivir! Y para vivir hay que trabajar. Luego trabajar es envenenar, saquear, robar, mentir a los demás hombres. Trabajar es mezclar fuchina con las bebidas, fabricar cañones, expender al por menor carne envenenada”.
Albert Libertad (1875-1908), pintoresco personaje del París escasamente glamuroso, fustiga desde tribunas montadas en plazas públicas a la gente trabajadora que aceptamos cualquier actividad con tal de que nos paguen por ello, aun sabiendo que es perniciosa. ¿Acaso no sería más loable el que existieran sindicatos y asociaciones con el fin negarse a realizar tales tareas? Necesitamos gestos que dignifiquen nuestro paso por este mundo. Es lo que decía en un libro titulado El trabajo antisocial y el trabajo útil, el cual no encontraremos en las mesas de los puestos en la Feria del Libro de hoy.
Pero seguro que damos con otros similares.

lunes, 31 de mayo de 2010

Vamos de Feria... con Andrés Sorel

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Hace años que leímos uno de los libros que más nos ha impresionado: Castilla como agonía; no porque sea más profundo o más erudito que otros, sino porque se acercó en el momento justo en que estábamos sensibles a esos temas, allá por los tiempos en que se editaba El Pendón. Desde entonces, cada vez que escuchamos el nombre de Andrés Sorel, notamos que surge de nuestro interior una corriente de simpatía hacia este segoviano, nacido en 1937 (que en realidad se apellida Martínez López, pero que tomó el apellido Sorel del personaje de Stendhal en Rojo y negro), aunque no concordemos siempre con sus posiciones políticas.
Viene a cuento este nombre porque está presentando en Burgos su último libro, Miguel Hernández, memoria humana (Vitrubio, 2010), justo en vísperas de la celebración de la XXXIV Feria del Libro, ubicada en el paseo del Espolón. Durante los días 28 de mayo a 6 de junio, tendremos posibilidad de pasarnos ante cualquiera de sus 27 casetas y adquirir algún libro, e incluso acercarnos a las paradas en que se encuentren quienes escriben y publican para que nos lo dediquen. Entre las autorías locales, podremos toparnos con Carlos Contreras Elvira, Fernando Ortega Barriuso, Esther Pardiñas, Eduardo Battaner, Ramón Peñacoba, Manuel Cámara, Manuel Aparicio, Jorge Sáiz Mingo, Matilde S. Galerón, Tino Barriuso, J. M. Antúnez, Teresa Arroyo, Yzquierdo Perrín y Carlos Serrano.

Aun en tiempos de crisis, no deja de ser una aconsejable inversión.
[Es título de la ilustración el Huelga minera, sin que conozcamos su autoría]

lunes, 8 de junio de 2009

Encuentro en la Feria del Libro de Burgos

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El pasado miércoles, cuando el sol perdía fuerza, di una vuelta por la Feria del Libro ubicada en El Espolón. La gente estaba concentrada en torno al puente y el arco de Santa María, esperando que se rodara la escena de una película de los años sesenta del pasado siglo («buena ciudad para hacerlo», pensé mientras me dirigía a las casetas). Imagino que era la razón por la que el ambiente del recinto estaba desahogado. Si a ello añadimos que no había muchos puestos, el paseo se presuponía rápido. Estaban en primer lugar las publicaciones de organismos públicos, a las que no dediqué mucha atención. Seguían algunos mostradores con literatura infantil. Los consabidos facsímiles y los libros diminutos. Todavía ninguna editorial digital.

En esta humilde feria, al azar, me encontré con Jiddu Krisnhamurti (1895-1986); hace tiempo que no he recalado en sus escritos, pero desde que lo conocí no me ha abandonado su visión de las cosas –«la verdad es una tierra sin senderos», a la que podemos llegar por nuestro propio empeño– ni su posición ante la sociedad. Lo tomaron por un gurú, formaron a su alrededor un acaudalado sistema religioso, pero él lo derribó en 1929 declarando que no quería discípulos ni iglesias. Desconfiaba, igualmente, de las naciones. Siempre le preocupó el escaso acceso que tenemos a las posibilidades de nuestra mente. El arte de vivir, La mente que nos mide, Tradición y revolución… Leíamos sus textos en fotocopias obtenidas de alguna biblioteca selecta. Dice que las injusticias no desaparecerán hasta que cada cual no seamos Justicia.

Pasados los efluvios de este encuentro, continué el recorrido. Me vinieron a la mente -no sé por qué- libros que he perdido en alguna ocasión. El tesoro de los humildes, de Maurice Maeterlink, lo dejé olvidado en un autobús. El hombre que se enamoró de la luna, de Tom Spanbauer, quedó de testigo (no sé si silencioso) en uno de esos lugares que habitas en la vida. «Lo único que evita que el viento se nos lleve, son nuestras historias».

Sin darme cuenta, las agujas del reloj habían recorrido un buen trecho. Era hora de tomar una caña para aprovechar el caluroso día. Al volver sobre mis pasos, anochecía.

viernes, 6 de junio de 2008

ESTAMOS DE FERIA

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Pues si, Señores estamos de feria, olé, en la Feria del Libro número 32 que se celebra en Burgos, siendo el emblemático paseo del Espolón el lugar elegido para tan cultural acontecimiento.
Son numerosas las librerías de Burgos que se apuntan a este evento, y mientras ha durado comprar un libro lleva el bonito descuento del 10%, dato importante a tener en cuenta dado estos momentos de desaceleración (ejem, ejem).
Este año hay 27 casetas unas tres más que el año pasado, este incremento nos llena de jubilo y alegría.
Como no podía ser de otra manera es la Guerra de la independencia el motivo central de la Feria, ya que este año es lo que debíamos homenajear.
Son varios los autores que se van a pasar por los puestos a firmar autógrafos, como Luis García, Mercedes Castro... seguro que más, que aunque de incógnito si uno está atento podrá conseguir alguna dedicatoria especial.
Hoy vamos a estar los de las Bibliotecas leyendo “El viejo y el mar” una de las últimas obras de Ernest Hemingway, empezarán los niños y seguirán los mayores... así que si puedes date una vueltita por la feria esta tarde que allí nos vemos.

jueves, 24 de abril de 2008

URUEÑA EL HOGAR DE LOS LIBROS Y DE LOS LIBREROS

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Esta villa situada en la provincia de Valladolid (Noroeste) se ha convertido en un centro cultural de referencia gracias al empeño de la diputación de Valladolid por crear un lugar epicentro de las letras, en esta población se han instalado más de 10 librerías, museos y tiene pretensiones de crecer más y convertirse en un lugar de obligada visita para los amantes de los libros, me ha parecido oportuno referirme a esta Villa del Libro como así misma se denomina, cerca de una fecha tan señalada. (si quereis conocerla pinchad en su logo)

Además de próxima la feria del libro que con ocasión del buen tiempo nos va a permitir en casi todas las ciudades poder disfrutar de las casetas en los paseos principales de cada ciudad y en Burgos nos invitarán a acercarnos en el paseo del Espolón y aledaños.

Desde Burgostecarios también os invitamos a venir a la biblioteca a conocernos pero más a los libros ¿eh?.

Es una buena oportunidad, uno viene un ratito nos saluda, se lleva un librito y se lo lee tranquilamente en un banquito del parque que ahora va a empezar a hacer bueno y en los parques se está fenomenal con los niños. ¡hale! que nosotros por invitar a venir no nos quede.

Los niños nos encantan, sobre todo cuando están bien educados y más aún cuando sus padres les traen a la biblioteca para que lean, para apoyarles en la lectura, en su aprendizaje y estar pendientes de que así sea, cuando se les lleva a que se desfoguen descolocando libros, gritando, dando por saco a los demás ante su impasible mirada... stulticia, stulticia.... º[º??????????