Hemos comenzado la mañana leyendo unos textos sobre
arquitectura de la información. Bueno, para ser el día siguiente a un puente, no deja de ser una lectura sugerente en estos tiempos en que se desea encontrar y usar la información que necesitamos en Internet. El libro clásico sobre ello se conoce como
libro del oso (o
libro del oso polar), por llevar en su cubierta (en la edición inglesa de 1998) la imagen de este animal, escrito por los bibliotecólogos Rosenfeld y Morville. En él se extienden en las habilidades para dominar el arte y la ciencia de reunir, de forma útil, información que circula por la red de redes.
En estas andábamos cuando ha comenzado a sonar, de forma tenue, la lluvia sobre el lucernario de la biblioteca. A pesar de no hacer frío, la primera reacción que tenemos es de encogernos un poco en el asiento y mirar hacia las gotas que se estrellan en los cristales inclinados, resbalando lentamente. Nos olvidamos del gentío que entra y sale, con el bullicio del reencuentro, trayéndonos el momento los versos de Eugenio de Andrade (1923-2005):
Lluvia en la casa
La lluvia, otra vez la lluvia sobre los olivos.
No sé por qué volvió esta tarde
si mi madre ya se fue,
ya no viene a la terraza para verla caer,
ya no levanta los ojos de su costura
para preguntar: ¿Oyes?
Oigo, mamá, es otra vez la lluvia,
la lluvia sobre tu rostro.
La lluvia siempre tan asociada al otoño y, con él, a la fiesta que acabamos de dejar atrás. Parece una cursilada pero por qué este meteoro tenía que parecerse tanto a las lágrimas.
ResponderEliminarY por aquí aún no llueve, a pesar de estar anunciada, no ha caído una gota. Y hace calor, a pesar del viento y el calendario.
ResponderEliminarQué ganas tengo de mirar tras el cristal y encontrarla.
Besos.
Sí que es casualidad, ebge, lluvia y lágrimas resbalando, hasta formar mares de lágrimas.
ResponderEliminar¡Vaya, Elena! Sí que da rabia que se esté esperando la lluvia y que no llegue. No se disfruta del calor.
ResponderEliminarUn abrazo (y el deseo de lluvia).
Que poema más bonito, a mi la lluvia me gusta cuando estoy en mi casita bajo una manta y con un buen libro ;)
ResponderEliminarLa lluvia tiene su encanto en los versos, pero siempre estropea los planes.
ResponderEliminarAunque esta vez ha sido bienvenida porque hacía verdaderamente falta, yo no puedo evitar sentir cierta envidia por los que como Elena aun disfrutan del buen tiempo.
Nadia, no es un mal plan para estas tardes otoñales.
ResponderEliminar¡Ayla, qué poco poética estás en estos tiempos!
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