En una de estas escapadas que hacemos las gentes de provincias a la capital, paseaba con la Bibliotecaria por la zona de Malasaña. No llevábamos rumbo fijo. Callejeábamos. En esto, nos detuvimos en un escaparate de librería de ocasión, tan numerosas en estos tiempos, y vi un libro que me llamó la atención: «Fíjate –le dije a la Bibliotecaria–, hace tiempo que lo estaba buscando y, mira por dónde, aparece aquí. Vamos a entrar». Y allí quedó en mis manos Los buscadores de sueños: trece cuentos de maravilla y prodigio, de Félix Martí Ibáñez (1911-1972), con 14 láminas de Teodoro Miciano, editado en Madrid por Victoriano Suárez en 1964, en pleno franquismo, siendo que se trataba de un autor que estaba en el exilio neoyorquino, un médico que había redactado el decreto del aborto, en Cataluña, en los años de la guerra. Su precio de comercio: 40 euros, que no se quedan cortos.
Aprovechando que estábamos allí, preguntamos al librero si tenía algo de Crémer, pero no había nada que no conociéramos. No obstante, con el instinto que les caracteriza, nos mostró un pequeño folleto en tamaño y extensión, de unas quince páginas, escrito por uno de sus nietos, que ha sido editado hace escasos meses. ¿Precio?: 7 euros (resultaba a más de un euro cada poema). Pero se ve que hay mercado para todo.
Continuamos andando y dimos en calle Covarrubias con una curiosa librería llamada Libros Libres en la que los libros están disponibles de modo gratuito para quien lo desee, al tiempo que se solicita que se aporten gratuitamente los ejemplares que a cada cual le parezca. Emulando una experiencia estadounidense, desean conseguir 360 asociados, que aportarían 12 euros anuales, con lo que podría mantenerse. ¿Alguien da más?
Esto sí que es diversidad.
Como en épocas de falta de pasta, a lo que nos acogemos es al trueque. Ahí se verá de verdad quién puede más, un Quijote contra un Fortunata y Jacinta, un Campos de Castilla contra un Cancionero de Manrique, y así.
ResponderEliminarPues esas librerías sí que son para verdaderos buscadores de sueños y de historias... para perderse en ellas.
ResponderEliminarNo se presenta desabrido ese panorama, ebge, con justas para distraer el tiempo.
ResponderEliminarYa lo creo, Esther, pasas de la montaña al mar en un periquete.
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