La otra tarde me invitó la Bibliotecaria al cine (que, con el precio que lleva, es casi como declararse). Le habían hablado bien de Alicia, película reciente con pareceres del pasado. Pero me encontraba bastante renuente a sentarnos en una sala semioscura y contemplar la vida en una pantalla. Así que terminamos visitando Monacatus, las Edades del Hombre en Oña (Burgos). El viaje nos sorprendió: las llanuras de la Bureba con los pardos del labrantío y el verde naciente del trigo; las hojas amarillas; las nubes cargadas dejando lluvia; los claros surcados por arcoiris de escondite. Llegamos a la cuenca del pueblo con las laderas en amarillo y rojo. Un café caliente en el bar de la plaza y nos perdimos en la maraña de gestos y colores de la exposición. El impresionante claustro. Los jardines y estanques.
En el paseo por el bosque circundante hablamos de mi paisana Mercedes Álvarez, autora de esa película reportaje que tanta gente ha visto –El cielo gira–, rodada en Aldealseñor, pueblo soriano de donde desciende (cercano al mío). Como suelo visitar la isla que construye Eloísa Otero (desde León), he leído con deleite y preocupación la entrevista que le ha hecho, con motivo de su más reciente obra –Mercado de futuros–, centrada en la paisajística, en la que expresa ideas como ésta: «La distribución y escritura del espacio ha sido siempre una cuestión política, en términos de poder. Y el espacio construido es un lenguaje, un trabajo y un libro sobre la memoria. Pero el espacio que se construye hoy no está hecho para ser leído, porque no dice nada. O es arquitectura-espectáculo o es urbanismo del olvido».
Cine en el campo.
Pues es verdad. El espacio es un pliego que ha de leerse. Pero está escrito en un idioma propio, para iniciados. Aunque tal vez los iletrados como yo también hagamos nuestros pinitos, recolectando e infiriendo las peculiaridades que conforman un paisaje rural.
ResponderEliminarSeguro que el viaje a Oña muestra una riqueza de formas y bellos horizontes muy difíciles de ignorar, hasta para el más indiferente. Monacatus y entorno multiplican el atractivo de estas Edades del Hombre que, esperemos, se prolonguen.
Está bien esa esperanza, ebge, si el dinero deja que se pueda continuar viajando a esos paisajes.
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